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miércoles, 26 de febrero de 2014

Finalizando la Travesía Integral Cordillera Cantábrica

 
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Una aventura que empezamos en el años 1991  con la idea de atravesar la Cordillera Cantábrica de Oeste a Este saliendo de Tormaleo (Galicia) y finalizando en la Liebana (Cantabria)   al final quien nos iba a decir que el cuasi viaje mistérico que habíamos iniciado a lomos de nuestras monturas metálicas y de ruedas gordas, días atrás ya estaba a punto de concluir tras nueve días de largo peregrinar. Nuestra pastoral ciclista concluye en una a sinfonía de alegría desde lo alto de la cumbre del Pico Tres Provincias. Atalaya desde la cual se ven los Picos de Europa en toda su dimensión, o los quebrados terrenos astur leoneses semi-escondidos en la “encainada” y con las suaves y oblongas praderas palentinas de Fuentes Carrionas, dejándose mansamente ciclar. Todo llega a su fín.

Punto de Salida: Portilla de la Reina
  • Punto de Llegada: Vega de Liébana
  • Puntos del recorrido: Valle de la lechada Pico Tres Provincias- Fuentes Carrionas-Cucayo -Dobres.
  • Longitud: 30 Km.
  • Desnivel aproximado 1. 300 mts.
  • Horario: 6 a 7 horas.

 La partida se podría decir que estaba ganada, apenas unos kilómetros nos restaban para el final de la ruta, que ya presentíamos a la vuelta de la quebrada cordal del Pico Tres Provincias y del Peña Prieta.

Los nervios habían dejado paso a la calma, al saber que ya no habría problema alguno a poco que mantuviéramos el sosiego como hasta éste momento. Habíamos sido capaces de rodar durante 8 días sin un accidente, eso sí detrás quedaban días de solanera, de sufrimiento por las terribles cuestas que nos deparaban un paisaje tan complejo como el de la Cordillera Cantábrica; cada día nos peleamos con la rumia de la pájara asomando en cada recodo, habíamos ido superando nuestro propio calvario con la fe del carbonero que sabe que todo está en sus manos y en darle al molinillo. Como se dice en estos casos, la partida ya estaba ganada.

Sabíamos que el día que teníamos por delante, no sólo se trataba de realizar esta ruta, sino también de iniciar el retorno a nuestros lugares de residencia, y eso suponía o una jornada de actividad intensa. Por lo cual tocaba cena y un pronto reposo en el saco a pie de pista, tras una pequeña discusión a cerca de la logística de recogida y empacado.

Un madrugón de aquí te espero, nos puso las pilas y pronto dimos cuenta de otro pantagruélico desayuno, poniéndonos a la labor de adecentar las fatigadas Bicicletas Todo Terreno (BTT): engrase, repaso a los radios y tensado de frenos, fueron todas las maniobras requeridas, lo que era bien poco, para el duro trato que las estábamos atizando. Es increíble lo que puede aguantar estas especiales bicicletas.

No echamos a rodar pista adelante, pues no había otra opción que remontar la pista que acompaña en su curso al arroyo de la Lechada, pista de amplio trazado que surca las praderías que nacen al pie de la sierra de Orpiñas. El firme muy pedregoso requería no quitarle un ojo, aunque se dejaba ciclar metiendo molinillo al canto, además nuestros entumecidos músculos nos lo agradecían aclimatándose como dios al ritmo marcado.

Por delante teníamos 10 km. de pista, que a la altura de la riega de las Hoyas de Santiaguín empezaba a empinarse y nos mostraba en las cercanías de la Riega la Canaleta las letales rampas que hicieron desaparecer la pista y dar paso al monte a través para ganar la cumbre del Mojón del Tres Provincias. . Colocamos las bicicletas al hombros y “ de aquesta guisa y manera” enfilamos el lapiaz, cada uno por donde dios le dio a entender, y así hasta coronar el Tres Provincias (2.441 mts alt), Aunque hubo quien quiso ser más Quijote que Sancho, y terminó dando gritos tras enriscarse con bicicleta y todo, por la zona de Los Cuchillares

Reunidos todos finalmente en la cumbre, abrazos y felicitaciones, y ya que estábamos allí porqué no subir a la cumbre de la Peña Prieta. Dicho y hecho.

Eso sí las trotonas se quedaron sesteando en el Mojón.

El espectáculo grandioso, la pena que nos quedaba era que un integrante del equipo por malestar estomacal se había retirado por el Boquejón de las Bobias hacia la Vega del Naranco, camino del vehículo que aún estaba trasteando cosas en Portilla de la Reina.

La bajada hasta la laguna de Fuentes Carrionas, no dejaba otra opción que descender por donde uno creyera más conveniente y con la bici del hombro. Pues era una tontería intentar montarse. Emulábamos así, a los “ciclomuletiers” franceses, esos padres de la BTT que fueron arrinconados por los fieros “yankis de los Repack”, y que desde antaño con las viejas Peugeot de cicloturismo, adaptadas a las necesidades montañeras, subían a las cumbres tras cicletear por las pistas camino de los glaciares de Alpes. Montañeros, o ciclistas amantes de las cumbres, que tenían claro que practicaban un deporte minoritario y que se debían salvaguardar las esencias de tal modalidad deportiva para que no fuera fruto de las modas, y ello trajese accidentes y deterioro de los parajes naturales. Luego vino la moda y ya se sabe.

Con este ejemplo que les contaba a mis compañeros para entretener la bajada, llegamos a la laguna de Fuentes Carrionas, un chapoteo en sus frías aguas, y enfilamos por la naciente pista que cruza los agostados pastos que bajo ella se abre camino del Prado de Toro, tras bordear el Rañuelo, y dejando atrás las tierras palentinas, que pisamos durante unos kilómetros, para luego enfilar la bajada hacia el Picacho de Mamozán, al pie del pueblo de Cucayo.

Aquí en Cucayo, se acabó nuestra aventura por firmes de tierra, ahora sólo nos quedaba echarnos carretera abajo, quemando asfalto, cubiertas y zapatas a mansalva, y entrar triunfantes en lo más fondo del valle de La Vega, tras sus buenas horas de pedaleo y pateo por cumbres y lapiaces, dando así por concluida la Travesía de la Cordillera Cantábrica..

Un reposo al lado de río de La Vega, con merienda y una esplendorosa Eva, cual ninfa en los baños de marfil que se nos mostraba impúdicamente, fueron alicientes más que justos y necesarios para saborear dulcemente la partida hacia nuestros lugares de destino. Así, de esta manera tan aventurera, concluyó nuestra travesía de la Cordillera Cantábrica

Que sepamos nunca más ha sido lograda su realización, al menos en 9 días y siguiendo el trayecto descrito.

El próximo Miércoles colgaré los tracks y datos aproximado de esta aventura
Víctor Guerra García. Un viejo biker de los años 80

















miércoles, 19 de febrero de 2014

TRAVESIA INTEGRAL CORDILLERA CANTABRICA (8ª Etapa)

                                           POR EL ARCEDIANO HACIA VALDEON
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De esta aventura de 1991 ya quedan nada más que esta etapa y la siguiente, y al final aportaré los tracks que después de años he realizado  para que se tenga una idea aproximada de la ruta que hicimos en en 9 dias.

Quien le iba a don Pedro Díaz de Oseja, eclesiástico, titulado “Arcediano de Villaviciosa”, mecenas del histórico del mantenimiento del medio de comunicación más oriental de la región, vía de comunicación que se abre paso a través del valle de Sajambre, comunicando Asturias con la meseta, que cuatro siglos mas tarde utilizarían el histórico paso de las legiones romana de Octavio Augusto, seis ciclistas y sus trotonas camino de las tierras palestinas de Fuentes Carrionas, en la una aventura de atravesar longitudinalmente la Cordillera Cantábrica.
  • Tipo de Ruta: Travesía
  • Punto de Salida: Oseja de Sajambre
  • Punto de Llegada: Portilla de la Reina
  • Puntos del recorrido: Senda del Arcediano- Puerto de Panderrueda- Posada de Valdeón- Puerto de Pandetrave.
  • Longitud: 45 Km.
  • Desnivel aproximado 1. 270 mts.
  • Horario: 5 a 6 horas.

8 etepa

La aventura, que en un principio parecía imposible va llegando a su final. Atrás han quedado kilómetros y horas de sufrimiento en medio del caluroso mes de agosto que estamos pasando. Pero cunde la alegría, pues estamos logrando cruzar todo el muestrario paisajístico que nos ofrece un territorio como el astur-leonés, dándonos a conocer su singularidad y diversidad.

Atrás han quedado las tierras ácidas, ahora impera el mundo gris de la caliza, con sus esbeltos y míticos Mons Vindius, que al igual que para los marineros que surcan el Cantábrico son una referencia, para nosotros montañeros, algunos antes que ciclistas, y habitantes de estas latitudes, estar por aquí es sentirse ya en casa y la meta al alcance de la mano.

Afrontamos la penúltima jornada de la travesía sumidos en un complejo espacio de sensaciones, por un lado la aventura va concluyendo y con ella todas nuestras penurias, pero también hay un sentimiento contradictorio que nos atenaza y es el de proseguir rodando y rodando hasta Pirineos pero es imposible, lo sabemos y por eso saboreamos estas rutas ya cercanas al punto de destino.

Una leve mirada a las bicicletas, un engrase rápido, y de nuevo a sentir el duro sillín castigándonos la zona prostática. Mientras nuestras piernas doloridas del sol y del esfuerzo van tomando luz y calor. Ahora nos enfrentamos al legendario paso hacia la meseta tras la salida natural del Desfiladero de Beyos, aunque nosotros venimos del Oeste, y emprendemos para ese paso la famosa Senda del Arcediano que tanto y tan bien ha descrito el doctor y montañero Guillermo Mañana.

Senda que viene de antiguo, y que Don Pedro Díaz de Oseja, reconstruyó a sus expensas y que ahora ciclamos en sentido inverso a como suele hacerse en BTT.

Los primeros metros, tras salir de Oseja (742 mts. altt), por entre Casa Álvarez y la Casa de Huéspedes, son bonitos y cómdos, pues tomamos un camino que pronto vira hacia el Sur hacia un tramo donde el sendero tallado en la roca, va suspendido sobre la carretera del Pontón, lo que nos da toda una perspectiva de la subida hacia el puerto, nosotros seguimos el trazado más rectilíneo hacia que va hacia el Puerto leonés de Panderrueda.

Menos mal que es verano, y está todo seco, pues la zona entre Verrunde y Entreamboscaminos suele estar siempre muy embarrada, tras cruzar la vieja portilla, tomamos el ramal izquierdo que se abre paso entre los amplios praderíos. Seguimos rodando por estrechos caminos, que en ocasiones dejan paso a otros tramos más amplios,
Pasamos la Riega Las Porqueras y seguimos por el fuerte repecho que deja nuestras piernas temblando, todo el desarrollo ya no parece ser suficiente para suplir el cansancio que arrastramos, una zona de grande bloques de conglomerados dan paso a un tramo cómodo con varias bifurcaciones, seguimos por el camino principal que a los pocos kilómetros nos presenta su cara menos amable, cortos pero intensos repechos, nos hacen a algunos echar pie a tierra, Javier Gómez bajado de su trotona, la mira con ganas de aventarla y seguimos rodando como podemos hasta coronar en las cercanías del Mirador de Piedrashitas en el Puerto de Panderruedas (1.450 Mts. altt.)

La vista sobre Picos es grandiosa y debajo de nosotros el valle de Valdeón al que nos lleva la carretera que tenemos por delante , aunque también está la pista amplia y vertiginosa que se abre paso por el bosque y la Riega de Frañana a buscar lo más llano del valle.

Optamos por la pista, que es un desmadre, pues se echa abajo en un pis-pas con casi 13 km hasta Posada, donde todo lo que me meta hablando de desarrollos es insuficiente, pues las velocidades son de vértigo, en ocasiones se entrevé la carretera a nuestra izquierda que baja de forma paralela hacia el valle,. Pasamos por el cruce de Porciles, y seguimos por el ramal derecho que nos llevará hacia la riega de río Arriba, para unos metros masa delante dejar el ramal que va hacia el Odrón, en este punto se toma el ramal descendente y en unos minutos en Posada de Valdeón, el cuentakilómetros ni mirar lo que ha marcado.

En Posada, como siempre en época estival hasta la bandera, tras un merecido descanso se plantea la disyuntiva, o subir hacia Pandetrave por donde todos conocíamos, camino de Torones poniéndole idem, y coraje. Hoy tal alternativa está prohibida, no se puede transitar en BTT por este tramo debido a las regulaciones del PN. La otra alternativa era seguir por carretera. All final tras mucho preguntar, alguien nos habló de un antiguo camino que arrancaba de más arriba, al pie de Santa Marina de Valdeón, y que llegaba hasta Pandetrave, aunque ignoraban su situación.

Dicho y hecho, nos echamos al estrecho carretil que lleva hasta Santa Marina, y un poco más arriba dimos con el camino que sube al par de la Riega Serena, aunque en ocasiones está muy comido por la genista, pero es un camino cómodo de ciclar sin apenas desnivel, la única pega la vegetación que va devorando estas viejas infraestructuras viales

Cuando ya uno se encuentra al borde de la Riega Serena, dobla el camino en vertiginoso ascenso hasta concluir en lo alto del Puerto de Pandetrave.(1.783 mts altt) El esfuerzo es potente, pero el día acompaña, y ya en el alto está nuestro compañero con el vehículo, sacamos las sillas y nos quedamos por un buen rato en la explanada de Pandetrave, contemplando el Macizo del Cornión y la Peña Santa en toda su majestuosidad y la dureza de estas tierras para el ciclista. Recuerdo cuando la Campeona de Europa de Triatlón, Ana Burgos, rodaba conmigo y Juanma Montero por estas tierra y lloraba por la dureza de los recorridos.

Es hora de retornar al pedaleo, lo cual hacemos con calma, pues ahora ya no hay alternativa factible debemos bajar irremediablemente por carretera hasta Portilla de la Reina, pueblo leonés medio perdido en un laberinto de altas paredes de conglomerados.

La etapa ha sido más liviana de los que pensábamos, y como siempre al bajar ya de forma relajada, al atardecer hacia Portilla, se nos ha cruzado, lo que la principio tomé por un extraño zorro, a medida que nos fuimos acercando descubrimos que era un auténtico gato montés, el primero que veía en mi vida. ¡Vaya sorpresa y cierre de etapa¡

Víctor Guerra García


















miércoles, 5 de febrero de 2014

7 ª ETAPA TRAVESIA INTEGRAL CORDILLERA CANTABRICA.

 
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Siguiendo con las publicaciones,que voy espaciando semana a semana, n esta sección, hoy tocaría la 7ª Etapa de la Travesía Integral de la Cordillera Cantábrica que en 1991 hicimos una serie de bikers residentes en Asturias, y que marcó todo un acontecer en cuanto a las grandes rutas en Asturias y en concreto por los entornos de la Cordillera Cantábrica.
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PONGA POR MONTERA
Ruta que de algún modo era una transición, ya desde lejos se presentía la cercanía de las moles calizas de los Monts Vindiu y como otras formas y costumbres agroganaderas.
Una tierra de grandes desniveles y como una escasa infraestructura vial que complicaba aún más nuestra ruta, lo que nos obligaba a bonitos circunloquios por pistas y antiguos caminos de arriería tan clásicos como históricos, y por los cuales ha corrido la historia de estos apartados rincones a caballo de tres provincias y de un eje como es la Cordillera Cantábrica
  • Tipo de Ruta: Travesía
  • Punto de Salida: Puebla de Lillo
  • Punto de Llegada: Oseja de Sajambre
  • Puntos del recorrido: Cdo. Maraña- Maraña- La Uña-Pto. de la Fonfría- Arcenorio- Pío.
  • Longitud: 45 Km.
  • Desnivel aproximado 1.350 mts.
  • Horario: 6 a 7 horas.

  • septima
Tras una noche fría y un tanto desapacible en el altozano pueblo leonés de Puebla de Lillo a tiro de piedra de los Puertos de San Isidro y Tarna, apareció una mañana radiante lo cual hizo que la apagada naturaleza floreciera en olores, y briosos cánticos que hicieron imposible seguir metidos en el saco de dormir, aunque los entumecidos huesos nos pidieran más cama y descanso.

El trompeta de turno fue espabilando al personal y urgiéndole a reparar las trotonas, pues la mayoría estaban en llanta. Había no solo que reponer fuerzas, y  realizar algún que otro estiramiento, sino que además había que entretenerse en buscar los pequeños pinchos metidos por la cubierta, que producían los minúsculos pinchazos que a lo largo de la ruta hacían que perdiésemos presión en nuestros neumáticos, y a la velocidad que andábamos bajando no era cuestión de encontrarse con un mal quiebro. (Recuérdese que estamos hablando de una travesía que hicimos en el años 1991)

O sea que manos a la obra y empezamos a buscar espinas de cotoyas y pequeñas esquirlas de brezo por entre el taqueado de los neumáticos, tarea que nos llevó su buen tiempo, al igual que el desayuno que eran pantagruélicos, puesto que la comida del mediodía consistía en algún que otro bocata, por esos  los desayunos y las cenas eran de una glotonería rayana en la arcada, pues seguía cundiendo el pánico de que nos diera una “temible pájara “ por el camino.

“De aquesta guisa nos fuimos los aguerridos caballeros de las metálicas monturas” como iba recogiendo nuestro diario de bitácora, pues las fotos cada vez más escasas iban dejando espacio a la pluma que tampoco, crean ustedes que se daba buen garbo los escribanos después de tanta paliza.

Y así nos enfrentamos por el camino que sale de Puebla de Lillo acompañando al arroyo de la Fuentona, muy amplio en sus primeros kilómetros que se va encerrando entra las laderas de la Peña de Fontesquera y el Collado de Valverde, para poder acceder al Collado de Maraña, otros 650 mts de desnivel que se ganaban casi en los últimos kilómetros. No hubo que echar la BTT al hombro pero la clicabilidad y el cansancio hicieron que algunos metros los recorriésemos al estilo arriero, tirando de nuestros vehículos por algunos tramos de la bonita Reserva del Mampodre, tan desconocida como atractiva.

Desde el collado Maraña se divisaba el amplio valle que desciende hacia el pueblo del mismo nombre donde nos esperaba Héctor, el compañero de equipo que en esta ocasión hacia las veces de conductor y que tenía el especial encargo, que nos hacía felices, pues esperábamos en Maraña realizar la primera comida caliente de la travesía, pero no pudo ser así, por lo cual sacamos las sillas del vehículo y al menos así podríamos comer sentados, aunque tal circunstancia alguno la aprovechó para descolgarse con una reparadora siesta.

Tras el merecido descanso, salimos camino de la Uña por asfalto, pues no había otra posibilidad, salvo que nos quisiésemos complicar la vida, y no estaban nuestras patitas para muchos trajines y más sabiendo aún lo que restaba de ruta.

En la Uña, doblamos hacia el Oeste adentrándonos el amplio camino que va hacia la Majada de los Campos de Larios, lugar donde remasean las ovejas merinas venidas de la lejana Extremadura, el camino es amplio y casi llano, empieza a tomar algún desnivel a partir de la cuadra-majada, donde la amplia pista, se convierte en un buen camino que nos sube hasta el mismo Puerto de la Fonfría, donde hallamos a pie del camino la prueba de tal topónimo, una surgencia de agua cristalina y fría, que amenaza con hacernos desprender algunos dientes por lo fría que está.

Rodar por estas latitudes hacia la Ermita de Arcenorio es fácil, aunque hay que tener cuidado pues podemos perder más de un altura, debemos bordear la Hondonada al pie de la Peña Ten y seguir los viejos caminos casi extinguidos que nos llevan sin mucha pérdida hasta el amplio valle en que se levanta la majada y capilla de Arcenorio.

Llegamos en buena hora, pues en ese momento se celebraba la fiesta mayor de estos altos pastos, cuyo noble enclave es Arcenorio, lugar en que se juntan los pastores astures de Ponga, los leoneses de la Uña y como no, los de Sajambre y allí pasan el día entre ganados y fiesta. Les acompañamos unos minutos, y saciamos la sed como pudimos pues el agua no era muy abundante y seguimos camino el Collado de Camba.

Si alguna vez se llega a estos amplios parajes con niebla, lo mejor si vamos camino de Pío es ponerse de culo a la puerta de la ermita y la dirección marcada por nuestro cuerpo esa es la correcta.

Remontamos por las amplias praderas, hacia el cercano Collado de Camba que antes nos coloca un par de pruebas, una empinada rampa herbosa que nos deja clavados a la hierba y una mata espesa de brezos y escobas que cada día es mayor, lo cual nos obliga a acarrear las BTT al hombro, realizada la maniobra nos encontramos ante los más espeso de la zona, un denso hayedo, con los camino rotos en mil pedazos que hacen de la bajada, y más si hay barro, una auténtica lujuria trialera, aunque hay que estar atentos al camino, pues podemos terminar en las viejas instalaciones mineras de espato flúor, lo mejor es que cuando salgamos de la espesura, dirigirse hacia unas derruidas cabañas, para luego ir hacia media ladera a tomar la naciente pista que se ve al fondo.

Un desnivel que sin ser descomunal, nuestras piernas ya lo sienten en toda su dimensión. El calvario concluye en lo alto de Llaete que nos deja ver en todo su esplendor del bosque de Vegabaño, el perfil de nuestra ruta que ha de remontar la Senda del Arcediano, y como nos las afiladas agujas y moles de los Picos de Europa, a cuyos pies concluye nuestra aventura.

La bajada de Llaete hacia la aldea de Pío es de vértigo, una amplia pista sin apenas cruces, aunque con varios peligros semi-escondidos en el itinerario, uno de ellos se trata de un cable que cierra el paso a vehículos no autorizados, que nos hace frenar en plena bajada, eso quien lo vea, pues su color verde tampoco lo hace muy visible que digamos, otra de las sorpresas son las numerosos badenes que se producen por los canales de escorrentía que suelen hacer en las pistas, que nos hacen en pleno descenso a piñón volar unos buenos centímetros, amen de que a veces están hechos de tal forma que más que volar, si uno va un tanto desprevenido es que se traga el manillar además de estampillarse contra el duro suelo.

El descenso con unos 700 mts. de desnivel, tiene tramos muy pendientes con alternancia de otros trechos más planos, pero en los que aún así, la velocidad punta prima el alcanzar sus buenos 30 km/hora.

Tiene este descenso revueltas donde hay que sacar el pie para dar la curva en plan Durango, si uno no desea verse estrellado contra una castañar. A estas velocidades y modo de conducir pasamos por encima de la riega Zalambral a las puertas de la aldea de Pío, que nos recibe con unas cervezas antes de remontar de nuevo hacia Oseja de Sajambre. La subida hasta la capital de Sajambre es ya por asfalto, pero con una pendiente tan dura para nuestras piernas que nuestra conducción es de beodos, pues vamos ganando altura a base de zig-zag por la estrecha carretera.

Una sorpresa más de esta ruta fue que cuando montamos el campamento a las orillas del tranquilo y diminuto río Sella, donde nos encontramos con varias viandas y un par de botellas de vino puestas a enfriar en un remanso, todo un banquete que agradecimos en el alma a tan olvidadizos excursionistas

Víctor Guerra García

martes, 21 de enero de 2014

TRAVESIA INTEGRAL CORDILLERA CANTABRICA. 6ª Etapa

Sálvese Quien Pueda. Busdongo- Puebla de Lilo
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Siguiendo con las publicaciones que voy espaciando semana a semana  en esta sección, hoy tocaría la 6ª Etapa que la Travesía Integral de la Cordillera Cantábrica que en 1991 hicimos una serie de bikers residentes en Asturias, y que marcó todo un acontecer en cuanto a las grandes rutas en Asturias y en concreto por los entornos de la Cordillera Cantábrica.
VG

Atravesar en toda su dimensión el eje de la Cordillera Cantábrica a lomos de los nuevos “pegasos”: las Bicicleta Todo Terreno, a veces trae como consecuencia que no se puedan realizar paradas intermedias, o realizar acortamientos de etapas, pues se corre el riesgo de quedar en medio de la nada más absoluta. Lo cual nos obligó a realizar, una de las rutas más duras de toda la travesía en longitud y desnivel. Eso fue lo que nos deparó una etapa que empezaba en Busdongo y arribaba, después de mucho pedalear, hasta la Puebla de Lillo, por el medio del itinerario territorios como Pidrafita o Vegarada, eran la prueba más palpable de la dureza de esta ruta.
  • Tipo de Ruta: Travesía
  • Punto de Salida: Busdongo (León)
  • Punto de Llegada: Puebla de Lillo (León)
  • Puntos del recorrido: Cda. Aguazones- Pto. de Piedrahita- Río Aller- Pto. de Vegarada- Estación de San Isidro
  • Longitud: 52Km
  • Desnivel aproximado 2.150 mts.
  • Horario: 12 horas.

  • sexta etapa bis

Sí bien nuestra maquinaria logística: el vehículo de apoyo y los conductores que cada día, uno de nosotros, se alternaba para conducir no desprendía signos de cansancio, no ocurría lo mismo con los miembros del equipo que habíamos emprendido la aventura de atravesar en toda su dimensión la Cordillera Cantábrica, empezábamos a sentir la pesadez muscular y los problemas típicos de afrontar etapas de gran dureza.

El ritmo no era de competición, pues eran cadencias muy bajas, aunque rodar en pleno agosto, sin masajista que recuperara nuestros músculos al final de las rutas, y sin unas comidas estructuradas en función de nuestras demandas energéticas, sino proveyéndonos de lo que nos podía ofrecer las gastronomía local, unido a una diversidad de terrenos y orografías como la que ofrece la Cordillera, eran ingredientes más que suficientes para que nos costase movernos en las primeras horas de las etapas al menos con alegría encima de nuestras duras trotonas.

Salimos desde Busdongo, situado en las cercanías del mítico Puerto de Pajares, no sin antes mirar hacia la frontera astur leonesa, pues sabíamos que unas cuantas pedaladas y en un santiamén en Mieres y de ahí a casa un pis-pas. Pero algo nos decía que estábamos ya en la línea de cumplir nuestro objetivo, o sea que sin dudarlo más nos echamos carretera abajo dirección Sur, camino del desvío de Camplongo.

Un descenso agradable, tal vez algo enturbiado por una mañana amenazante de lluvia, nos dejó a la altura del citado desvío, doblamos a la izda, y nos metimos por el carretil embreado que va en busca del nuevo cruce que marca el Cueto de Restiello, a esa altura nosotros seguimos por el ramal de la derecha que va al pueblo de Tonín, dejando Pendilla y la Vía La Carisa, para mejor ocasión.

Como el tortuoso ejército del general Carisio en su avanzada por estas tierras, fuimos dejando el amable paisaje antropizado de Tonín para ir remontando la riega del mismo nombre, en cotidiana pelea con la vegetación que va devorando las antiguas vías de de colonización romana y de trasiego trashumante.

La dirección a tomar es seguir por el sendero que va hacia el Pico del Cuadro, o sea continuar a lo largo de la riega que nos deja a buena altura para después doblar hacia el Oeste y así poder cruzar por la collada, que hace el Pico de Aguazones. Esa era la idea, pero el mal tiempo se echa encima, y decidimos alcanzar el collado en franca pendiente, remontando ésta en vía directa al collado con nuestras bicicletas al hombro, alguno a estas alturas se había amañado algún intríngulis para adosar la BTT a la mochila. De esta guisa subimos pendiente arriba hasta ganar los 2000 mts de altitud.

El tiempo empeoraba, y una fina lluvia nos hizo plegar unos momentos bajo los escarpes del Aguazones a la espera de cómo se iba quedando el temporal. La temperatura a esa altitud no hacía nada más que descender y amenazaba con impregnarnos de una fina capa de granizo estival. Hubo dudas a cerca de la conveniencia de dar la vuelta y concluir en este punto, o continuar rumbo Oeste hacia el Puerto de Piedrahita.

Un rayo de sol que asomaba allá a los lejos, nos dio la excusa para desembarazarnos de las ropas de agua y emprender toda una bajada trialera por lo que creíamos era el cordal del Hilo del Puerto, la niebla no permitía muchos acertijos, pero en la bajada fuimos acombayando como pudimos la ruta camino de Piedrahita.

Era una parte del recorrido desconocida para mí, y me asombró al llegar al Puerto de Piedrahita (1.755 mts. altt) encontrar una vieja infraestructura vial, como ésta antigua carretera que data de 1926, hoy en pleno abandono y que en su día intentaba comunicar la zona leonesa de los Argüellos con Asturias. Poco nos entretuvimos en la contemplación de la obra, unas pocas fotos, pues realizar cualquier maniobra aparte de pedalear era todo un suplicio y nos preparamos para seguir ruta.

Desde lo alto del puerto nos echamos valle abajo por las Colladas de Rocín y de Campanal hacia las llanadas del Cantu Posadoiro. Una bajada disfrutona, donde hicimos mil y un cabriolas, (para mí que fue la bajada que más he disfrutado en mil vida), huíamos del frío y la bajada por zonas de lajas pizarrosas permitían muchas diabluras con la vieja Giant-Bronco, bicicleta ideal para este tipo de terrenos. De esta guisa llegamos a Llamanzanes, y luego a la La Paraya, donde giramos en busca, ya con mejor tiempo, de las altas cumbres del Puerto de Vegarada, antes un largo tentempié en Río Ayer, con sus cabronas rampas que destrozan cualquier desarrollo y pierna poco entrenada o fatigada.

La remontada desde los 1000 metros altt. Del pueblo de Río Aller, hasta los 1.560 de Vegarada, fue un martirio que celebrábamos cuando el personal pinchaba, cosa muy frecuente pues las BTT ya acusaban el hecho de haber rodado tantos días por el medio de la vegetación más espinosa de cotoyas y brezos, y claro las pequeñas esquirlas ahora lograban su fruto al dejar en llanta nuestras ruedas.Como digo cada pinchazo era fiesta y una excusa para que todo el grupeto echara pie a tierra y contemplara con extasiada calma el quehacer de reparador del ciclista de turno.

Poco a poco, el puerto dejó que devorásemos sus largas pendientes a base de emplearnos a fondo metiendo las “paelleras”. Emprendimos así las últimas rampas más suaves y que dan vista al valle del Curueño, de amplios y verdes praderías, con ardor guerrero. Fue toda una alegría llegar hasta la Venta de Vegarada, lugar además donde el compañero que en esta ocasión hacía de conductor nos rellenó de abundante avituallamiento, pues aún quedaba remontar a lo alto de la Estación de San Isidro.

Seguimos por la amplia pista asfaltada, dando pedales a mansalva y con las mochilas de ataque en ristre, pues nos habíamos olvidado de dejarlas a buen recaudo en el vehículo de apoyo. Así equipados afrontamos el ascenso de la pista de Riopinos. En cada revuelta se amontona gran cantidad de arena de sílice que se tragaba literalmente nuestras ruedas, logrando inmovilizarnos en un precario equilibrio que daba la mayor parte de las veces con nuestros doloridos músculos en el suelo.

El ascenso pudo no con la moral del equipo, pero sí con las menguadas fuerzas que nos quedan, lo cual hizo que algunos echaran pie a tierra, en cambio otros optamos por pegarnos con la arena y la pendiente en un titánico esfuerzo que nos dejó casi exhaustos, aunque vimos cumplido nuestro arranque cuando coronamos Cebolledo.

El sol a esa hora lucía tibiamente, aunque hacía frío, una paciente espera por el resto del equipo que subía con parsimoniosa tranquilidad por la pista de Riopinos, nos permitía vislumbrar el panorama que se nos hacía inmenso, y la soledad de la zona invitaba a su contemplación.

Ya todos juntos, y tras la obligada foto, pues una vez más habíamos superado un buen desnivel, nos calamos mejor los guantes, ajustamos casco y ataduras y nos echamos Cebolledo abajo, como a quien persigue el diablo. El cambio trasero era incapaz de recoger la cadena que chicleada a pesar de tirar por un 50 x13, o en algunos casos por un 52 x13 ó 12, como algunos llevaban; los chinarros a nuestro paso saltaban que daban gusto, lo cual hacía que dejásemos distancia entre uno y otro ciclista, tanta era la velocidad que alguno no fue capaz de tomar la desviación hacia Requejines. Donde ya la alegría de la bajada dejó paso al disfrutón sendero que se abre paso a través de las pr5aderías que envuelven la riega Respina, donde dimos más de una vuelta buscando el itinerario más adecuado.

Fue un bonito atardecer por el medio del jeroglífico arbustito de los brezos, que poco a poco nos permitieron bajar hasta la pista que va hacia la Peña del Águila, tras la cual se esconde Puebla de Lillo, punto final de esta etapa.

Víctor Guerra García

















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