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lunes, 22 de junio de 2020

BTT POST-COVID19, Por las Ballotas y Palancas. Veredas Peregrinas

El confinamiento en casa nos pilló por sorpresa y nos fuimos todos al hoyo durante casi tres meses, la última ruta publicada fue la del 20 de Marzo  por Las Veredas de San Salvador del Occidente Astur. y con ella concluyó también la colaboración del Diario La Nueva España que ya no volverá hasta Septiembre-Octubre. Mientras yo sigo rodando con los amigos,a hora a lomos de una E-bike, en parte regalo de estos buenos compañeros de rodadura.

Punto de Partida: Soto de Luiña- Punto de Retorno: Cadavedo

Kilometros: 40  Desnivel de Ascenso y Descenso: 1.257 mts

Una vez concluido lo duro del confinamiento, la cosa se fue suavizando  y fuimos saliendo por los alrededores de la casa, en mi caso rodando por Villaviciosa,  y aprovechando  para ir investigando nuevos caminos y rutas, y pisando los caminos para que estos no se cerraran, pues la vegetación ha caminado que es un primor.

Roza, Paredes, Riestra, Bardera, Dolado,Polchi, Natal, y Felix, y el que no sale....

Por tanto, desde que se pudo empezar a rodar, planteé  realizar un bucle sobre el Camino de Santiago en la zona entre Cudillero y Luarca, o sea por las tierras de las Ballotas (Vachotas) vaguadas, para luego regresar y realizar el Camino de las Palancas.

Una ruta no muy larga, pero si trabajosa, pues las Ballotas se hacen durillas, por desnivel y por técnica, y la subida de las Palancas, en su mayor parte la hicimos empujando.  Pues ya en tiempos se decía "Por donde pasa el Camino Real de la Costa, tiene ahora seis o siete vallotas o quebradas, que forman los riachuelos que bajan de la sierra", escribía refiriéndose a esta abrupta orografía  el juez, regidor e historiador Antonio Juan de Banzes y Valdés en 1806.

El punto de salida fue como no podía ser de otra manera Soto Luiña, y aunque no fue visitar a la salida nuestro amigo Polchi, no pudimos tomar nada juntos, o sea que un refregón de codos, y a las trotonas.

La toma de contacto con el tramo de tierra, nada más salir de Soto, ya nos puso el corazón a 1000% y hasta que nos llegamos a la altura de la Quintana de los Muertos, no hubo descanso, di tu que con la E-Bike sin problemas. Una gozada.

 

Ante la bifurcación del Palancas, al pie del hotel y restaurante Cabo Vidio, en el lugar de las Chabolas, nos vamos por la derecha por la carretera adelante hasta el desvío de Valdredo, donde ya cogemos las marcas jacobitas que nos llevan sin tardar mucho a la primera bajada de la riega de Albuerne, para subir por El Cabo hasta Novellana.


Cruzada la parroquia de Santiago de Novellana con su capilla no metemos en otra de las vaguadas, en este caso para cruzar la riega de la Cabrita y por La Fontica entrar hacia Castañeras. Vaguadas que con climatología seca ya son peleonas por las riegas, de ahí que los peregrinos prefirieron irse ladera arriba por la cordal de las Palancas, más agreste y dura la travesía, pero mucho más limpia y sin complicación alguna.

Atravesada la vaguada con sus manchas de plantación de bambú, salimos al pueblo de Castañeras que cruzamos en casi toda su extensión para entrar hacia la playa del Silencio, pero como ya la conocemos, nos vamos por la izquierda por Casa Pachin, pasando al lado de la fuente Gonzalo y una vez cruzada la riega de Cándano subir a San Marina, donde se impuso un descanso mañanero en la terraza de Casa Gallo. Una Estrella Galicia siempre entra bien.

En Santa Marina, tierra de recuerdos, salimos  de la carretera para adentrarnos en el entronque  de las riegas para subir a Ballota, donde salió la duda de sin abandonar el cruce de las vaguadas, o seguir por la carretera como nos pasó hace un par de años cuando las condiciones climatológicas nos obligaron en muchos cruces riegas a descalzarnos para cruzar algunos grandes charcales…

Al final decidimos bajar  por la vera del Río Cabo, para llegar al pie de la playa de Ballota, desde donde salimos en pendiente arriba a la par de la vera de Gallinero hacia La Cartería, para volver a la carretera a  la altura del Ribon, en el PK.229 de la Nacional 632, donde rodamos un momento por la Carretera Nacional  para  entrar de nuevo  por camino  interior hacia Frieras y por Lumbiello llegamos al centro de Cadavedo, donde nuestra ruta toma otro rumbo , pues no en vano vamos hacer en dirección inversa a la que habitual por los peregrinos la Sierra de las Palancas.

En Cadavedo se toma la AS-268  dirección al Sur para dejarla a la altura de La Collada, donde se vira al Este y por el Cutellón hacia el Pico La Bobia por trazados de camino hasta la cabecera de las riegas de las Yeguas, donde la pendiente empieza para subir a la sierra de Gamoneo virando hacia el Pico Paradiella,

Encontramos durante el camino los monolitos santiagueros que vienen del Alto de las Peñas del Bolado, por un camino muy desmejorado, y aunque está recientemente segado, en la dirección en la que vamos nos obliga al porteo, pues la compactación de la traza ha dejado un surco por el que es difícil rodar.

Sin embargo como camino jacobita, ofrece buenas vistas al Oeste, y más sobre la propia rasa costera, a nuestra derecha la braña vaqueira de Busmarzo y la de Gallinero de Arcallana. Transitamos por el trayecto de los vaqueiros, o sea por la conocida variante de las Palancas, que ya en el siglo XIX, Llano Ponte escribía de este trayecto que "... hay una subida bastante penosa, donde no se hallará ningún abrigo, donde no se podrá avivar el paso, y donde como es natural a tan grande altura, los vientos son feroces."

Pasamos por debajo del Pico Paradiella para seguir por la cumbral y límite concejil hacia Obtar de Muyeres, se cruzan un par de portillas para entroncar con el camino que viene de Argumosin, dejamos por debajo la famosa finca y sus conflictos de paso, la de Rosellinas, y seguimos la traza jacobea, hasta llegar al entronque con la carretera que va hacia Ballota, y por donde se deben dejar ir la mayoría de los peregrinos.

Seguimos paralelos a la línea cumbral por el trazado asfaltado, hasta el lugar de las Ventas, significado collado que coronan las viejas casonas venteras, la Vieja y la Nueva o Silva Oscura, para seguir por el camino que baja un poco por la izquierda hacia para desviarse al punto hacia el Canto del Llano.

Aquí antiguamente el camino cruzaba el Cerro Perrina pero hoy el camino está tomado por tanto nos desviamos una vez pasado el Canto del Llano para ganar el núcleo de Monteagudo, para doblar ante la primera casa y por debajo seguir un camino que busca ir por debajo de la linde concejil, por un tramo de camino de matarrasa que se coge al pie de otra casa   para salir de nuevo al trazado marcado por los jitos de hormigón que nos llevan por toda la sierra de Troncedo. 

Y ya sin mucho problema por la bifurcación que marca el Monte Ventana y por la Cuesta del mismo nombre bajar ya en franco descenso hasta el punto de bifurcación de Las Chabolas, al pie del Hotel restaurante Cabo Vidio.

Debió de ser esta  ruta de tránsito ganadero abundante viendo las trazas  y trazados, que bien es cierto que a los peregrinos les puede parecer un tránsito áspero, pero a los vaqueiros acodados al pie de la soledad, no les cogía de susto tal cuestión.

Una ruta muy jacobea, que nos obliga a lidiar con el territorio y que para la próxima vez la haremos a la inversa, para sentir nuevas sensaciones. Ahora solo queda recorrer desde el Cementerio de Soto Luiña y camino que subimos con el corazón en un puño, y dar pro concluida una ruta de unos 40 km y unos 1300 mts de desnivel acumulado.

Victor Guerra


viernes, 16 de diciembre de 2016

POR LAS BRAÑAS VAQUEIRAS DE VALDÉS

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Foto de Juan Luis Piñera, (zona Pico Modreiros)
  • · Punto de Salida y Llegada: Almuña (Valdés)
  • · Puntos de Paso: San Antón de Concilleiro- Pascón-Paredes- Alto de Aristébano- Estoupo-Candanosa de Barcia- La Capitana.
  • Longitud de la Ruta: 50 km
  • Horario de la Ruta. 6 horas
  • Desnivel acumulado de ascenso y de descenso acumulado: 1.568 mts.
  • Participantes: Javier Dolado, Javier Paredes, Juan Luis Piñera, Luis Argüelles y Victor Guerra
Vaqueiros de Alzada, Jovellanos, los describe en sus cartas como el pueblo más libre de la tierra; «Créame usted, amigo mío, estas gentes lo serían del todo, y su independencia será la medida de su felicidad, si con tantas precauciones no los forzase todavía la necesidad a buscar otros medios de subsistir una fortuna más amarga y ganada con mayor afán. Los vaqueiros de alzada constituyen una de las culturas vivas más importantes de Asturias».

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Aprovechando la bonanza primaveral de este invierno, hemos querido echarnos de nuevo al monte, y en este caso era ideal antes de que venga  la invernada visitar una zona muy querida y estimada por mí, como son las brañas vaqueiras, en este caso las valdesanas.

Por lo cual, y a modo de punto de partida, nos citamos en el parking del Centro de Alimerka de la parroquia de Almuña, y tras un café tranquilo pues no en vano nos esperaba un día de duro recorrido, nos echamos al monte con el objetivo de cerrar un bucle, cuya cabecera marcamos en Almuña, aunque también podía ser Luarca, con la idea de lograr unir en un bello recorrido dos puntos importantes, como son el Valle de Paredes y la Braña de Aristébano con la rasa costera.




Y así lo hicimos, recuperado un viejo compañero de fatigas como Luis Argüelles y su inseparable Fat Bike, ubicado ahora en occidente marítimo astur, nos echamos a la ruta cuyo primer objetivo nada más subirnos a la trotona fue alcanzar el enclave de San Antón de Concilleiro, una especie de puerta virtual al mundo de los vaqueiros de alzada.

En Almuña, se toma la carretera AS-220 para una vez rodados unos cientos de metros, pasar por encima de la Autovía A-8 , y girar sobre el Albergue de Peregrinos, donde se toma un carretil que nos deja ante un nuevo escenario a las puertas de la Casa Rural Casa Manoli, un amplio y empinado camino por el cual transita el PR-AS. 3, bastante abandonado señalíticamente, el cual nos marca el arranque de un camino que va en ascenso hasta las mismísimas puertas de la solitarias ermita de San Antón de Concilleiro.

Durante el trayecto vamos abordando con calma la ascensión a la vez que calentamos músculos , aunque les pido a los compañeros cierta calma en el ciclado, pues la ruta es larga y hasta un tanto engañosa.

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Tras el aviso, el personal se dosifica y atiende a las indicaciones, y tras superar los repechones que nos plantea el Monte de Barcia llegamos a San Antón de Concilleiro,  donde pudimos ver en acción a un buscador de ayalgas, que rebuscaba en lo tempranero de la mañana a la puerta de la cuadra- braña del Cabanin un posible tesoro mouro. 

  Antes decir, que durante la ascensión a Concilleiro, disfrutamos de las vistas que nos ofrece el trazado, y que versan sobre el Cabo de Busto y su faro, y como no, sobre buena parte de la rasa costera. 

Ya arriba, en la confluencia de caminos (concilleiro) variante del Camino de Santiago, un significativo camino de la Misa que ignoro su trazado, y el camino de los Arrieros, nos hacemos las fotos y nos vamos rumbo Este, hacia Forcón, rodeando en nuestro ciclar la picorota de Concilleiros, con un arranque tras el descanso en la Ermita que va en ascenso, aunque luego se calma para proseguir al Sur por el llamado Camino de Concilleiro, hasta el entronque al pie del pico Pomar, también se puede ir por el camino que marcan las picorotas de Tiñoso y Llano, y que es algo más recto.

Al final a eso de los 9 km., cruzamos la carretera AS-220 que une Luarca con el Valle de Paredes, nosotros nos vamos de frente por un repechón que da miedo nada más verlo, pero que paradójicamente subimos a base de pedaleta. 

Estamos en zonas donde es preciso en las subidas más la técnica que la fuerza, pues rodar por encima los lapiaces de cuarcita no es fácil, y se necesita destreza, pues si se aplica mucha fuerza o se entierra uno, o se cae del biciclo...
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Tras el repechón nos colocarnos a la vera del Pico Cándano entrando de este modo en los predios de la Sierra de Rañadoiro,por la cual rodamos en bajada y con algún que otro falso llano hasta llegar casi a la Emita de San Juan, un poco antes de dicho cruce, se gira en redondo a la izquierda pudiendo ver las primeras brañas como las de Folquerón, Casa Gamido, o Busindre, a la par que proseguimos en descenso hacia El Candamin, en cuya confluencia de caminos, nos encontramos con una vaqueira que nos indicó que para el Pascón se podía: o bien bajar por donde íbamos, o por la buena pista del Monte Funiar. 

Optamos por bajar por el valle que conforma el Monte de Vallanchu, a la vera de la riega Candanuz hasta concluir en el lugar del Pascón, ubicado en lo fondero del valle, el cual surca la carretera AS-220, la cual dejamos al punto para entrar de forma más directa a San Pedro de Paredes, (19,3 km) pueblo, dicho sea de paso, que en el  2001 obtuvo el premio como Pueblo Ejemplar de Asturias. 

Lugar donde se impuso parada y fonda para tomar un caldo, en cuyo transcurso el tabernero nos cantaba las bellezas de la zona y nos ofertaba las viandas típicas de la Casa del Obispo, que más que un chigrín, es un bar-tienda de toda la vida,  donde me indican que se come muy bien y en abundancia, las fotos que el establecimiento cuelga en sus soportes de promoción, así lo atestiguan.

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Tras el reconfortante caldo y tras la conversa y las fotos de rigor de nuevo en camino con la indicación del tabernero que nos informó que desde «Ovienes había una muy buena pista de Concentración Parcelaria hasta Aristébano» aunque nosotros seguimos con nuestro plan y nos fuimos hasta el Calieru, tras  las risas a costa de nuestro compañero Paredes, adjudicándole estos predios como parte de un hipotético «marquesado de Paredes», y esas chanzas les recordaba a los compañeros del diminuto pelotón, que yo había pasado por primera vez en bicicleta por estos lares cuando no había carretera, allá por los años 80.

Una vez en la zona del Calieru, digamos que pasamos de ir a Ovienes,  y antes de llegar a l nucleo de Longrey, nos fuimos por la derecha para tomar la pista que surca toda la Sierra de Longrey, y que  marca una gran cuadras ganadera señalada como « La Paredana».

La citada pista  que da vuelta a la cuadra  surca la vertiente Suroeste de la sierra por la cual trepa hacia la aldea del Caborno, mientras subimos parloteando, vamos contemplado a lo largo de una subida de unos 5 km, los parajes de Aristébano y la fondigonada que marca el Barranco de Agüeira.
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Los parajes son impresionantes, y entree ellos podemos ver a lo lejos los parques eólicos de La Espina y Tineo.

A mitad de subida se impone una parada para reponer fuerzas, y descansar la culera, pues aún restaba por llegar a Aristébano, para tener ciclada la mitad de la ruta. 

Ganada la aldea de Caborno seguimos por su acceso rodado hasta concluir en la carretera de Luarca- Naraval, pero el track marcaba que se iba por el Monte Busbis, y no parecía que hubiera camino, por lo tanto improvisación y variante al canto, o sea ciclar los casi 2 km hasta el Alto de Aristébano.

En lo Alto de Aristébano, un par de fotos y sin más dilación o visita a los lugares míticos de la folclórica «boda vaqueira» que cada año se celebra ya sin apenas mozos/as casaderas vaqueiros, sino en mixtura, lo que son las cosas de la evolución demográfica, le damos la espalda al lugar para cerrar el bucle de nuestra ruta, ciclando la otra vertiente del monte Busbis o la vertiente Oeste del Pico Sorrapiu.

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O sea que con el track rectificado sobre la marcha, en el citado Alto de Aristébano tomamos el ramal que va a la braña Candanedo, para irnos al poco rato hacia la derecha por un camino en ascenso que va directo al collado que se conforma con el Pico Cachón,  un poco antes concluir el ascenso se toma una pista que sube por la vera del Pico Estoupo para dar  aguas vertientes al valle de Busmorisco y la Candanosa de Barcia.

Las vistas que tenemos al frente son des desperdigadas brañas, conjunto de casa-cuadra aisladas unas de otras, esencia de la cultura ganadera de los míticos Vaqueiros de Alzada que desde antaño tanto me atraen como referentes de los míticos trashumantes. 

Estos, los vaqueiros labraron una geomorfología ambiental y paisajística muy peculiar, y cuyas predios y praderías lucían a estas horas y durante el veranín de invierno que atravesamos todo un fogoso  estampado verdor.

A la vez que se observa el verdor de los prados pegados a la braña, también se puede ver la explotación pastoril de los predios comunales, o sea las lomas  que rodean las brañas que hoy están yermas, y llenas de árgoma, producto de la sobre explotación ganadera, y como no , de abandonar durante tanto tiempo al «alzada».

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Al llegar a la vertiente Norte del Estoupo, nos dejamos caer en descenso por Pandarboso, por firmes cuarcíticos que hacían de nuestro rodar un incierto equilibrio del cual salimos todos bien parados, pues hasta amigos como Javier Dolado y Argüelles se atrevieron  a bajar por el tramo de piedra de cuarcita.

De esta guisa se llega al carretil que une Busmorisco con Riopenoso, y una vez ante el eje asfaltado bajamos por la vertiente de la derecha hasta el cruce con el otro carretil el de Candanosa y Rioseco, donde abandonamos el asfalto para entrar por el cordal adelante hacia el Pico Modreiros o Modreros, y por Peñas de Anxelu y la calvorota de El Curión.

Zonas abiertas, que se ruedan por el cumbral carcomido de cotoyales y que la altura del Pico La Folgueirosa, y al pie de laguna que allí se forma, nuestro camino se fue convirtiendo en una senda mala y carcomida por los cotoyales.

Retornamos hasta la zona de la laguna y nos vamos por por la derecha cayendo al entronque con el carretil del Picu el Pueblo,  que no es otra cosa que brañas fonderas nacidas, en este caso, a la vera de la riega de Las Gárgolas. Es curioso cómo se repiten los topónimos en las zonas vaqueiras: Modreiros en Belmonte, Gárgolas o Guérgolas en Somiedo, etc.

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En Picu el Pueblo, un oportuno lugareño, nos indica las opciones de salida del valle al no haber podido dar la vuelta al Pico Modreiros, tras las indicaciones nos dirigimos por viejos caminos en descenso hacia el núcleo de Candanosa de Barcia, aunque mi idea inicial era seguir el río Modreiros, o Modreros, hasta el pueblo del mismo nombre, pero la tarde se echaba encima y también el cansancio, pues no en vano el ciclado hasta estos lares ya sumaban unos casi 38 kilómetros y unos cientos de metros de desnivel acumulado.

En Candanosa, nos salieron a recibir a la puerta de sus casa una pareja de vaquieros, y su adolescente hija , lo cual a la vista quedó la dureza y la precariedad de su habitad, atados como están, a sus ganados y terruños y sin mucha ansia de expansión y sin «alzada que facer».

Tras una pequeña charleta, nos fuimos con viento fresco por el carretil que sube hacia la AS-219,  eje que une Luarca con Navelgas por Naraval

Y ya sin más remisión, nos fuimos los 8 kilómetros que nos separaban de Luarca por dicha carretera en franco descenso, pues irnos por Folgueron cruzando las AS-219 y bordear todo el valle de Gallinero, como que no era oportuno  y más viendo el desnivel y lo tardío de la jornada.

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Por tanto, bajada por carretera hasta La Capitana, para remontar desde las mismas puertas de la capital valdesana: Luarca, hacia la parroquia de Almuña, lo cual hicimos por la N-632 que nos presentó unos escasos 2 km de ascenso, concluyendo de este modo en Almuña.

Tras la brega y «sin vistas»  de las que hablar, se terció en Casa Zabala, una cerveza,con atención justa por su propietaria, y por mi parte con la oreja puesta en la discusión de los parroquianos en plan de tertulia gastronómica la cual versaba a voz en grito sobre el grandonismo, tanto xaldo como vaqueiro, con trabajos y trasiegos mercantiles y jolgorios varios,  en cuyas correrías  no podía faltar el consiguiente  desparrame de dineros.

Hubo un momento digno para cualquier estudio etnográfico,  pues el remate de la tertulia con las señoras calladas, se dio el broche final en forma de broma que dejó  ver lo que fue la cultura de la segregación que hubo y la subyacente que aún resta.

Tras levantarse la tertulia, uno de los contertulios cogió una escoba para barrer  la zona de estancia dejando ver que se barrían los restos de esta manera  «las boñigas que había traído de la cuadra el vaqueiro».

Supongo que ellos, como xaldos, vendrían limpios de casa.  

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Víctor Guerra.

viernes, 11 de marzo de 2016

CAMINO DE SANTIAGO EN BTT POR ASTURIAS:CADAVEDO-VILLAPEDRE

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  • · Punto de Salida: Cadavedo
  • · Punto de Llegada: Villapedre
  • · Puntos de Paso: La Cruz- Querúas-Canero- Barcia-Luarca-Villuir-Otur-El Bao. Villainclán
  • · Longitud de la Ruta: 36 km
  • · Horario de la Ruta. 4 horas
  • · Desnivel acumulado de ascenso: 495 mts
  • · Desnivel acumulado de descenso: 492 mts
  • · Participantes: Javier Dolado-Juan Piñera-José Ramón Natal, Victor Guerra
  • · IBP INDEX  38
Seguimos con nuestra idea de recorrer el ahora solitario Camino de Santiago por Asturias, el Costero, a pesar de las inclemencias climatológicas, aunque a decir verdad hasta ahora hemos tenido mucha suerte con respecto a este crudo inviernos, pues las «ventanas climatológicas» han hecho que nuestras rutas fueran algo más confortables, dadas las oportunas bondades climatológicas que fuimos disfrutando a lo largo de este tour jacobita

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En esta ocasión salimos en los coches en dirección a nuestro punto de partida: Cadavedo, sin que apenas lloviera, y tras las pertinentes maniobras de dejar un coche en el lugar de salid y otro en la llegada que era Navia, pero a última hora, preferí Villapedre, por aquello de un posible empeoramiento del tiempo, y también por un equilibrio kilométrico entre esta ruta y la que nos queda para llegar al pulpo ribadense. 

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Retornados a Cadavedo, tras todo el trasiego logístico, nos ponemos en ruta, camino de Villapedre, dando comienzo en medio de lo que sería toda una tónica durante la etapa, lluvia y más lluvia.

La ruta de hoy nada tiene que ver con la etapa anterior, llena de toboganes para pasar las Ballotas, ahora ya estamos en unas etapas más planas aunque alejadas de los acantilados marítimos, eso sí seguimos en paralelo tanto a la Nª 632, como la vía del FEVE , o la nueva Autovía del Cantábrico.
Salimos por el Barrio de Arriba de Cadavedo, donde en su día durmió el peregrino veneciano Bartolomé Fontana, lugar donde parece que hubo un hospital desde 1646.

Nosotros vamos rumbo Oeste, hacia la Cruz, a la derecha el FEVE y a la izquierda la Nª 632, y partir de ahí entramos en caminos de tierra y barro, que para nuestras trotonas no son nada, pero vemos las complicaciones que ello supone para los peregrinos que van a pie, y las maniobras ante los grandes charcales a superar.

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A la altura de la Casa de los Figares, nos encontramos precisamente en medio del monte a dos «novatos» peregrinos, ambos de Madrid, que han partido de Gijón hacia Santiago, obviando Oviedo, algo poco entendible, aunque ello empieza a ser una constante en algunos peregrinos. Estos buenos amigos con los que nos fotografiamos, dan vueltas y más vueltas para evitar charcos y charcales, van lentos y el tiempo no les acompaña, intercambiamos impresiones y les dejamos con su pelea tanto con los charcales astures como por los chubascos que están cayendo, y los plásticos que llevan no les ayudan mucho.

Todo este tramo hacia Canero se hace por en medio de la foresta astur, hasta concluir en la Nacional 632, por la cual se rueda unos metros para entrar en Querúas, donde hubo otro hospital del cual nada queda salvo el topónimo de la Las Casa de la Venta, de donde salimos buscando la iglesia y Cementerio de Canero, en donde nos entrenemos un rato ya que los chubascos nos dan un respiro, pues nada más empezar la ruta ya tuvimos que cobijarnos en la capilla de La Cruz.

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Dado que empezó a escampar cuando llegamos a la iglesia de San Miguel de Canero, me entretengo en fotografiar el cementerio parroquial, que es un poco laberíntico, aunque presenta alguna panoplia de nichos interesantes y un panteón que fotografío a pesar de lo reducido del espacio, hoy parece que va a ser un día especial de cementerios y fijaciones libertinas.

Para bajar a la vaguada de Canero, el marcaje del Camino desde Querúas nos ha hecho primeramente bajar por carretera para desviarnos hacia la iglesia parroquial, de cuyo promontorio salimos por un lateral para cruzar de nuevo la carretera entrando en una serie de tramos que implican una cierta precaución, senderos «per guapos» pero en estas condiciones de humedad y barro se convierten en tramos un poco técnicos. Poco a poco vamos bajando hacia la vaguada de Canero, en cuyo fondo de valle nos desviamos por el sendero costero para poder llegar a la playa de La Cueva.

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Vista la zona retornamos a nuestras marcas santiagueras, en la Hoz de Canero para afrontar una serie de repechos bosque arriba y poder salir de la hondonada de Canero, por bonitos senderos, aunque muy empinados y resbalosos, los cuales nos obligan a echar la trotona al hombro para poder ganar el altozano y llegar así a la Casa del Monte. Antiguamente se cruzaba en barca como así lo hicieron Guillermo Manier en la barquería de los Avella-Fuentes que ya figuraba como tal en 1752, y cuyo costo del pasaje del cruce era de dos maravedíes por cada caballería, lugar por donde cruzó también el vendedor de biblias, el inglés G. Borrow

Circulamos entre prados y bosques de pinos, hasta dar con la carretera Nª 634, y llegar a un cementerio extraño articulado en medio de un denso pinar, estamos en la quintana de los muertos musulmanes de Barcia. Lugar donde fueron enterrados los componentes de las jarcas moras empotradas en los Tabores de Regulares que acompañaron a las tropas franquistas en la penetración militar hacia Asturias

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Me sorprende encontrar tan cuidado el cementerio, desbrozado y limpio, cuya acción yo creo que se ha llevado por delante alguna piedra-señal del enterramiento. Es una pena que el lugar no cuente tras tantos esfuerzos con la panelización correspondiente para información de los visitantes, proyectos presentados por el núcleo de Barcia y que por un motivo o por otro nunca han podido sacar adelante.
Abandonamos el lugar y tras rodar por la carretera unos metros nos desviamos a la derecha para entrar en zonas más abiertas de prados hacia el núcleo de Barcia, siguiendo las marcas santiagueras que van por la carreterita VA-1 hacia el núcleo capitalino del Concejo de Valdés: Luarca, pudiendo ver al paso interesantes ejemplo de la arquitectura indiana.

Aunque las marcas nos llevan hacia el centro de la villa, metida allá abajo en el fondigón del valle con un poblamiento que ha crecido sobre la ladera arriba, creando una extraña simbiosis, tras su contemplación nos desviamos para poder ver el Cementerio de Luarca, con sus impresionantes contrastes y esa curiosa luz que hace que cualquiera pueda obtener unas maravillosas vistas de la zona.

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Nos es que el Cementerio tenga un patrimonio super interesante, digamos que lo justo, además de que lo más interesante como historiografía funeraria no siempre esta tan a la vista como se piensa pues lo ojos se nos van hacia los panteones de Evaristo Casariego o el Ramón García o de los Trelles, aunque se ignora en parte la gran obra funeraria de Rubio Camín sita en el recinto funerario valdesano.

Son cosas que la tropa de fotógrafos, que nos encontramos escudriñando los rincones valdesanos cámara en ristre, parecen ignorar, haciendo oídos sordos a las insinuaciones que gay con respecto al complejo submundo de ortodoxias y heterodoxias que existen y se cuelan por debajo de esa luz y contraste que ofrece Luarca. Los dejamos a su aire colgados de sus máquinas fotograficas creyendo captar la esencia valdesana, ajenos al devenir histórico de los Cascos, los Aznar, Asenjo, y los Trelles…

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Seguimos nuestra marcha hacia el puerto valdesano de Luarca donde entramos gustosos al bar La Dársena, a tomarnos un caldo de pescado, rico y reconstituyente, tras tanto frío y agua, y donde el «mesero» nos atiende amable y familiar, brindando informaciones y pinchos para poder afrontar el la etapa ¡Gracias Paisano ¡ No es un hospital como el que hubo al lado Hospital de Santiago, que en 1440 ya arrojaba en efectos unos quinientos doce reales, y en cuyos realengos fallecieron varios peregrinos según recogen los Libros Sacramentales de Difuntos de la parroquia, donde se consignó por ejemplo la muerte de un gabacho de Clermont, en 1738 y también la de una romera alemana: Ana Clara Clarina en 1740.

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Salimos de Luarca para afrontar la subida escalonada hacia La Peña, a la vez que les voy contando a los compañeros del grupo la historia masónica de Alvarez Cascos, en Luarca, y su pelea con la librepensadora Rosario de Acuña, que tuvo sonadas repercusiones en la prensa, y todo esto para entretener la dura subida por las escaleras hasta llegar a la ermita de San Roque, lo cual nos da otra perspectiva dela villa, pero no tan bonita como la anterior, por tanto un vistazo y seguimos por Ribadebajo y Tabarcias hacia el cruce de Villuir hacia la carretera Nª 634 que cruzamos para entrar en Aquelcabo, donde se nos habla de una lauda dintel decorada, en la cual ha una espada y sobre ellas varias conchas y una cruz patada.

Eso si podemos ver en nuestra ruta las ruinas de una iglesia de Santiago  y su cementerio, o lo que en su día fueron
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De todo eso nada vimos pues el aguacero nos volvió a poner de chupa domine, y será a la altura de La Casona nº 10 cuando una buena señora nos invite a guarecernos en su cobertizo a la espera de que escampe, eso sí con la ilusión de no hay aguacero que 100 años dure. Ahí quedamos guarecidos un buen pedazo contemplados por la amable señora que nos atiende desde la ventana de su casa en camiseta, mientras nosotros estamos ateridos de frío, y ella atiende a las labores de su casa.

Cuando la cosa pareció que escampaba salimos remolones del refugio y sus preciosas «vistas» de las cuales no sé qué habría hecho el bueno de George Borrow si las hubiera podido contemplar , pero yo quedé prendado y me quedaron en la liber retina, de buen gana me hubiera quedado un buena temporada, pero la prisa de la compaña nos hizo subir de nuevo a la trotona para al poco tener que terminar debajo de un saliente esperando que la chubascada nos dejara proseguir, y yo echando de menos el cobertizo anterior. El día parecía ya sentenciado.

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De las casonas de Otur, salimos ya raudos por Pedre y Rellón, aquí el Camino para sorpresa se echa ladera arriba dando espaldas al valle para situarse tras una leve ascensión en Los Remedios. Para luego bajar a las Hervedosas, tras ello nos internamos en los predios del Monte Faro, para poder cruzar tras una interesante bajada hacia el Bao con su retorcida carretera por la que subimos para desviarnos hasta la casa del Bao de Barayo , en cuyos realengos están dedicados a los temas jacobitas y al viento, pues el lugar está lleno de cachivaches que funcionan con aire.

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Subimos pues desde aquí al Mucheiro para entrar en Villapedre por Villainclán, aunque fue una pena pues los aguaceros apenas si nos permitían pararnos a contemplar el paisaje, por tanto nos fuimos directos a Villapedre para hacer unas fotos al cementerio y dar por concluida nuestra ruta

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Víctor Guerra
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