sábado, 24 de mayo de 2008

Las sopresas del Monte Areo, de la mano del IMBA y BTT Pelayo

Ahora que empieza la moda de los centros de BTT, a Cataluña y Euskadi se suman los proyectos de Galicia y Valencia, y estos días, rondando por Monte Areo, algunos miembros de BTT Pelayo comentaban las posibilidades de un entorno para una acción de este tipo que tanto se lleva pidiendo en Asturias.

Lo cierto es que cuando se articuló esta ruta entre el IMBA-España (Asociación Internacional de Mountain Bike, y el club BTT Pelayo) pues no se daba un duro por la ruta, puesto que siempre el Monte Areo había sido lugar de tránsito o bien para la Vuelta al Concejo de Gijón, que tal club organiza y mantiene viva, o porque se iba por el GR Camino de la Plata, o el Camino de Santiago.

Este grupo le ha sacado el jugo al Monte Areo, y con esta ruta ha dado a conocer las entrañas del Monte, a través de caminos ya conocidos pero intercalando toda una suerte de senderos, que han hecho de la ruta IMBA-BTT Pelayo toda una experiencia de búsqueda de sensaciones. La ruta se puede comenzar en el propio lugar de Veriña, pero se prefirió una instalación como el Parque de Moreda, en La Calzada, como un buen punto de reunión para rodar juntos hacia Veriña, adonde se puede llegar por varios sitios, por Jove o por Aboño.

Se decidió ir por La Calzada adelante hacia El Cerillero y el Puente Seco y entrar, de este modo, en Veriña de Abajo con un giro sobre la antigua carretera de Gijón-Avilés. Tanto este giro como el trayecto hasta este punto deben hacerse con precaución dada la alta densidad de tráfico de la zona. Una vez metidos en harina, en la carretera a Veriña-Poago, se toma la empinada cuesta que nos da las primeras vistas sobre la antigua siderúrgica de Uninsa-Ensidesa.



Casi cuando estamos para concluirla, se gira por un ramal aún más empinado que va directamente a la tubería de gas-cok que va a la siderúrgica y que se pega al territorio desde Aboño, como una gran oruga blanca. La tremenda subida nos deja ante la perrera municipal de Muniello, donde los perros no se saben si saltan de contento por la presencia de tanto ciclista o dan la voz de alarma por la invasión.

Desde este enclave, la ruta que no parece tener continuidad se abre paso por entre el lateral izquierdo de la instalación y tras cruzar un tramo de pradería se remonta un camino que nos lleva al Monte Poago, y en descenso llegar a Cimavilla, para cruzar la carretera y meternos por la llamada Cañada del Reguerón, acompañando al arroyo del mismo nombre un buen trecho. Éste, además, será un tramo común para el retorno, y el límite de Carreño y Gijón.

En una zona donde la vegetación autóctona da pie a la explotación maderera, especialmente al eucalipto, y que reconocemos por la corta de los maderistas que dejan la zona hecha unos zorros nos vamos de frente para desembocar al poco con una de las pistas que entra en Monte Areo, procedentes de Guimarán. Viramos hacia la izquierda para visitar uno de los dólmenes que se han preservado con una actuación interesante en la zona que en los mapas se marca como Canto del Medio.


Tras la visita reemprendemos la ruta desandando el camino tomando el rumbo del Alto de Areo, donde visitamos el otro dolmen y proseguimos la marca rumbo Oeste; cuando la pista a la que llegamos vira hacia el Valle (Santa Eulalia) nosotros giramos a la izquierda en escuadra para bajar a la otra pista y dar otro quiebro en pleno Monte del Abedul. Desde aquí bajamos por los Pozos de Arcilla, en dirección Suroeste, hacia el Castro y siguiendo por el límite de los municipios, bajando por un costado de la riega de los Llorales, en dirección Al Montico y La Cruciada, ante ello se dobla pasando por encima de la citada riega rumbo ya Sur.

La autopista se oye rugir al otro lado de la mata de árboles, es un fuerte runrún difícil de soportar durante horas, nos vamos pensando en las gentes que aquí llevan años con esa cantinela día y noche. Entroncamos la AS-326, para de nuevo dejarla un trecho más allá para subir por una rampa hormigonada hacia El Espín, y poco a poco ir cerrando el bucle para subir de nuevo al Monte Areo, del que bajamos durante un tiempo. Se enfila ruta hacia San Andrés de los Tacones, sin llegar al núcleo se enfila dirección Norte, hacia el Monte Areno, cuyas pistas y camino vecinales nos van permitiendo treparlo sin mucha dificultad aunque el personal más joven se resiente, echando pie a tierra, y los alevines buscando con sus progenitores una vía de escape por Monteana hacia La Calzada.

El grupeto comandado por los chicos de BTT Pelayo nos animan para volver a entrar con ganas en los senderos que nos ofrece esta ladera gijonesa del Monte Areo, subiendo hacia el Camín Llanu, pero antes le echamos un vistazo al embalse de San Andrés y toda la cordal de Cenero que encierra sus aguas, preciosa vista. Nos desviarnos hacia la derecha a tomar el cabezal de la Riega de la Vegona, virando rumbo Este, metiéndonos directamente en el denso de la mata arbórea, entre la cual se abren precisos senderos llenos de pasos de barro.

De nuevo entroncamos con la cañada del Reguerón en el punto de la tala de eucaliptos, subida bonita y técnica en la cual ya saben más los viejos por técnica que por fuerza, vamos ganando toda la ruta trazada, eso sí, a base de platillo y grandes piñonadas. De nuevo ya en Cimavilla, el grupeto debate si abordar otro tramo por el Monte Areo.

O tirar ya para la zona de partida. El personal cree que ya estuvo bien y se opta por bajar ya por carretera por Zarracina, El Pozón y llegar al punto de Muniello, donde la pista hormigonada nos llevó hacia la perrera municipal. Seguimos bajando hasta entroncar con la carretera general de Gijón-Avilés entrando de esta manera en Gijón, tras haber saboreado una ruta bonita y al lado de casa y en apenas cuatro horas.

Víctor Guerra

lunes, 19 de mayo de 2008

RODANDO POR EL GENARO ”


Esta ruta que se pensó para publicar por el Diario La Nueva España, dada su lejanía de esta región se ha quedado en el tintero, para recuperarla, por si a alguien le interesa la expongo en este blog.

Tipo de Ruta: Circular alrededor del embalse del Atazar
Punto de Salida: El Atazar (Madrid)
Punto de Llegada: El Atazar (Madrid
Puntos del recorrido: Robledillo de la Jara- Cervera de Buitrago- EL Berrueco-Patones- El Poblado del Atazar
Longitud: 54 km
Horario: 6 h
Desnivel en subida Acumulada: 1.913 mts.
Desnivel d bajada Acumulada: 1. 906 mts.
El Embalse del Atazar es un escenario de serranía ideal para la BTT

Al Embalse del Atazar hay que dedicarle unos días, nosotros nos fuimos el puente vacacional de Mayo, época ideal para rodar por la llamada Sierra Pobre de Madrid, y a la cual llega bien por la Nacional 1, tras dejar atrás Somosierra. Tambien se puede acceder por la A-6 y desviarse en Collado Villalba hacia Guadalix de la Sierra y enfilar hacia la Cabrera-El Berrueco.

Una vez estacionados en la zona, en la cual hay abundantes alojamientos, tenemos por delante la posibilidad de dar vuelta a uno de los embalses más singulares de la zona Noroeste de Madrid, y por una de las sendas que esperamos se convierta en una ruta de referencia para el ciclismo de montaña.

Los astures que allí nos plantamos, salimos del pueblo del Atazar, atalaya desde la cual se contempla buena parte de los entornos del embalse. La salida se hace desde el Panel de Inicio de la etapa Atazar-Robledillo de la Jara, y a cuyo pie se toma la gran pista que primeramente va en descenso hacia el suroeste, abriéndose paso por entre los jarales que pueblan toda esta zona buscando el mejor sitio para cruzar el arroyo de Rilato tras lo cual comienza una larga subida, rápida al principio siendo el resto más tumbada hasta coronar la cordal de Matachines.



Tras esto aparece al otro lado una parte del embalse y tras su calma contemplación y recuperado el resuello, pues no estamos acostumbrados a estar tanto tiempo rodando a mil metros de altitud, nos echamos por la estropeada carretera, que va hacia Robledillo de la Jara, que cubrimos en menos de 2,5 km.
Ante el panel de la etapa de Robledillo, un poco antes y a mano izquierda nace una pista jalonada por unas setas de hormigón que nos van conduciendo en descenso hacia una riega en plena Dehesa Boyal, para sufrir a continuación por rampas fuertes, pero de ancho trazo, camino del pueblo de Cervera de Buitrago, que se nos muestra esquivo. Ganada lo alto de la loma pronto una trifurcación nos indica cual es la dirección ideal para bajar hasta el pueblo que cruzamos raudos rumbo al camino que queda al otro lado de su carretera general y que nos permite llegar a las orillas del embalse del Atazar pudiendo contemplar como los hidroaviones planean sobre sus tranquilas aguas para abastecerse y apagar más de un incendio.

El paseo por la orilla del embalse, se hace por camino ancho que nos conduce a lo más profundo de la Dehesa, hacia la que viramos antes de entroncar con la carretera, dejamos atrás un par de cierres, casi al pie de la M-127, se gira a la izquierda para dirigirnos acompañando al arroyo Dehesa que cruzamos a la altura de la fuente de la Pelaya.

La ruta desde este último giro antes de la fuente se mete por senderos más complejos pues estamos en zona cañada, y ya se sabe que siempre a ésta le suelen dar los peores territorios, lo cual se hace divertido después de tanta pista. Irremediablemente salimos de nuevo a la carretera M-127 que nos lleva directamente a la impresionante presa del Villar con el encajonamiento del río Lozoya.

Un tramo de carretera hasta el desvío de El Hospitalillo, donde la cañada tuerce para Mangirón, nosotros nos vamos por la izquierda por el camino de servicio del Canal de Isabel II, que aunque está asfaltado, pronto buscamos los tramos de tierra que van por encima del canal y de los distintos puentes y viaductos que se hicieron para ganar los desniveles de las vaguadas.



Ahora el embalse está a nuestra izquierda y enfrente se ve Cervera y su amarre de barcas; seguimos pisteando sin apenas desnivel rumbo al pueblo del Berrueco, ahora los jarales han dejado paso a los grandes encinares y algunas que otra pradería. Llegar al Berrueco es llegar al mundo del granito, como bien se muestra por sus calles repletas de obras de cantería, es todo un espectáculo ver como se abren los grandes bloques en piezas a base de maza y cuñas.
Tras el descanso en El Berrueco, la ruta que se reconoce por un desdibujado monigote pintado en azul que alguien bautizó como “el genaro” ; Desde este simpático pueblo la ruta toma otro cariz, las pistas al principio nos van llevando casi por el borde del embalse pronto se alejan de él para enfilar en franca subida hacia la Cerro Moro y luego hacia Sierra Ceruega, con la torre árabe como referencia que se divisa desde muy atrás.

La torre la tenemos a nuestro alcance cuando nos topamos con la carretera M- 133, doblando hacia la izquierda para volver a virar a los 700 mts de nuevo a la misma mano por una fuerte pendiente cuyo trazado se entremezcla con un cortafuegos, lo que ya idea de la dureza de la subida, ganado el primer rellano la senda cruza el cortafuegos y se echa ladera abajo por un senderillo apenas dibujado que hace las delicias de Carlos y de Chus, se cruza la carretera M y se sigue bajando desde El Borondillo hasta el arroyo del valle de los Pradales, para volver a subir pendiente arriba hasta de nuevo coronar lo alto de la cordal.



Estamos encima del barranco de Patones, y delante se nos muestra una de las bajadas más bonitas y trialeras de la zona, corta pero intensa que pronto nos deja enhebrados en el fondo con el arroyo de Patones, y jugando cuando con sus orillas, cuando con su cauce entramos en el reino Patonero, en Patones de Arriba, ese bello pueblo renacido de sus cenizas gracias a la pasión de un francés que llegó por estas tierras en los años 60, y que hoy es un hito más a visitar en la zona.

De Patones salimos por sus empinadas calles hacia las viejas eras, por el PR.M 14;, aunque también se puede coge la variante del GR 10, e ir hacia El Pontón de la Oliva y el Embalse de la Parra, a través del Canal de Cavarrús y el río Lozoya.


Preferimos ser fieles al trazado y entre empujes de bici y tramos rodando por un estrecho sendero, se gana la cima del Cancho de la Cabeza, con un espectacular vista sobre gran parte del Embalse del Atazar y la Sierra Pobre madrileña ; luego se vira hacia el Poblado del Atazar, para una vez cruzada la carretera M- 134; tomar otro desvencijado sendero que se echa ladera abajo hacia el fondo de los meandros del río Lozoya, el cual pasamos por el puente de la Presa de la Parra.

Aquí nos bifurcamos, y unos tiran por la pista que sube a buscar la de Alpedrete, y luego vira hacia El Atazar; y otros para medir la dureza de la Senda Genaro, tiramos por el sendero que se abre por encima de los barrancos del Lozoya, Cerrillo de la Llobera y la riega del Arroyo de la Pasada, por cuyos surcos y sendas también va el GR 88. Menos kilómetros pero más duros, y con tramos no ciclables.


Dando así por terminada la bella excursión que da vuelta a un Embalse como El Atazar, aunque al día siguinete nos fuimos a rodar por Valdepeñas de la Sierra, en Guadalajara.
Víctor Guerra

sábado, 17 de mayo de 2008

RODANDO POR PARAJES REPUBLICANOS


Tipo de Ruta: lineal
Punto de Salida: Tuña
Punto de Llegada: Belmonte )
Puntos del recorrido: Merillés, Abangu- Boinás-Modreiros
Longitud: 31 km
Horario: 5 h
Desnivel en subida Acumulada: 1.440 mts.
Desnivel d bajada Acumulada: 1.507 mts.
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Hacía ya tiempo que teníamos en mente atacar la desconocida cordal de Peña Manteca, realizando una travesía de Oeste a Este. Lo cierto es que al final la idea de rodearla nos parecía que podía tener mucho asfalto y atravesarla podía ser una cuestión muy salvaje, por lo cual se planteó una ruta que no es para betetistas de poco aguante, pues estamos ante una ruta exigente en cuanto a descenso y ascenso.

Es una ruta de las «antiguas» donde hay que tirar de bicicleta al hombro en más de una ocasión, y en la cual conviene medir bien las fuerzas, si uno no quiere sucumbir en el intento, que en esta ocasión nos puso a prueba con calores rayanos a los 30 grados.

Dicho esto, decir que el punto de comienzo se sitúa en el pueblo de Tuña, lo que obliga a dejar un coche en Tuña y otro en Belmonte. Salimos de Tuña tras saludar y reverenciar al preclaro ciudadano Rafael del Riego, que tiene busto y memoria en este soleado pueblo, y buscamos el puente viejo en la carretera que va a Merillés; nada más pasarlo, un camino a la derecha que tomamos, para dejarlo al instante por un empinado sendero que sube ladera arriba medio tapado por la vegetación.

El remonte hacia la zona de El Buey y Peñaforcá obliga en más de una ocasión a tirar de la trotona, eso sí obteniendo una preciosa vista de Tuña. Hacia la parte media ya vamos montados en la bici, con la otra vertiente, la de Merillés, o Meirás con 1,5 km, rodados o caminados, que de todo ha habido. En Meirás nos encontramos con la sorpresa de encontrar la plaza del pueblo dedicada al insigne republicano don Francisco Prendes Quirós. Contemplado tal evento seguimos las indicaciones que nos llevan hacia el Dolmen de Merillés, por unos tramos hormigonados y de firmes de tierra de fuerte pendiente.


A la altura del 2.7 k se sigue por la derecha, para, a unos 200 metros más adelante, meternos por un camino pegado a un prado con una muria de piedra, y subir ya por ladera hacia dos fresnos que se ven al fondo; un poco más adelante, ya vamos por una pradería por la que cuesta trabajo ciclar, pasando por encima del Dolmen de Merillés, que queda un poco más abajo a la derecha.

Bordeamos el dolmen para seguir por una zona de pradería, camino casi invisible, en medio de la campera parece desaparecer, pero nada más acercarnos al borde vemos al otro lado cómo el camino empieza a ser reconocible, desfilando a media ladera del pico Colinas, o del Alto de la Raigada, dando vista de esta manera a la vertiente de Espinaréu; estamos en camino de «cuesta», piedra suelta y ciclado de aquella manera.


Bifurcación en un collado a los 6,3 km se sigue por el ramal izquierdo en descenso en trinchera hacia Abangu, buscando el carretil que le da acceso desde el valle, seguimos adelante doblando antes de llegar a una casa a la derecha, pasando por delante de una fea cuadra nueva con charcal de orines de cucho: la Braña Grande; se continúa hacia otra cuadra con tejado de uralita que hay más abajo, y cuando todo parece indicar que debemos subir al Alto de los Corrales, aparece un camino a la derecha dando vista a Boinás, que baja en picado acompañando a la regueira camino de los Fontanales, que es el que tenemos que tomar.

Entramos en Vega de Quintana y seguimos por un camino bordeando la ladera, sendero estrecho y muy bonito, que amenaza con desparecer en un punto donde el río lo toma al asalto, de pies al riachuelo y doblamos a la izquierda por encima de la riega para entrar en Villar de Tejón.

Desde aquí, aunque experimentamos algún que otro sendero, lo mejor es descender hasta la carretera AS-310 y entrar de este modo en Boinás, donde se impone un descanso con 12,3 km de ruta, eso sí nos acercamos a visitar el cementerio donde reposan los restos de José Antonio Fernández González, correligionario de Prendes Quirós y Hermano francmasón.


Tras ello se impone el retorno a la dura ruta, para lo cual desde Boinás tomamos el empinado ramal que sube a la mina, y que se toma tras dejar los tres bares del pueblo, atrás y girando a la izquierda. Casi a las puertas de la mina, cerrada a cal y canto, se gira a la derecha por un camino en fuerte repecho que nos lleva a unas praderías (Llauria de Arriba) para subir al Ferradal, aunque también se puede subir desde Boinás por Valliguetu, que es posible que tenga menos cierres y alambradas, y esté más definido el camino.

En Ferradal, con poco agua en la fuente, proseguimos por el acceso rodado hasta dar con la carretera que viene de las Estacas, la AS-310, prosiguiendo la ascensión hacia los molinos de viento que habíamos visto horas atrás. La mole de Peña Manteca se hace omnipresente e impenetrable para la bicicleta de montaña, en eso nos entretenemos mientras pedaleamos pendiente arriba que Toyos sufre dadas las altísimas temperaturas del día; dan ganas de tirar de navaja y cortar mallas y mangas.

Poco a poco se va ganando el cumbral donde nos espera la sorpresa de entroncar con otro eje asfaltado y volviendo a tener que cruzarlo para tomar por un camino que sube directamente a los molinos, la vista, impresionante, miremos a donde miremos, de impresión igual que la subida, todo ese gran espectáculo nos ayuda a subir metro a metro hasta alcanzar los dichosos molinos. Supongo que alguien algún día pensará en el costo ambiental y paisajístico que suponen en nuestro paisaje todos estos artilugios campeando por nuestros horizontes.
A la altura de las instalaciones de los molinos en Colláu Moru, viramos a la derecha por una estropeada pista que va buscando las altas columnas eléctricas, bajando por los Oxacos la Cueva, y los Cochaus.


En Colláu Cimero, seguimos para entroncar más abajo con la carretera y seguir por el ramal descendente (24 km) abandonado éste al 1 km, aproximadamente, girando a la izquierda para seguir el camino de las columnas de alta tensión, pronto el camino desaparece para bajar por un estrecho reguero, que no se cruza hasta un poco más abajo; o sea, que BTT de la mano. Se cruza un poco más allá para después de unos cuántos kilómetros dar con el caserío de Pascual, donde se toma la carretera de Mudreiros, que se abandona al poco tiempo por la derecha para seguir por un lateral de la Riega de Barroblanco hacia Chanu Faidiellu.


No tardaremos mucho en dar con la carretera general a Belmonte (AS-633), llegando, de este modo, a Corias de Alvariza, donde se vira a la derecha y, en apenas 2 km, sentarnos en Belmonte, a tomar un refresco en la terraza del Gran Hotel y charlar sobre los otros correligionarios de Rafael del Riego, que en un buen día de finales del siglo XIX levantaron una fraternal en estos apartados lares, como así lo hicieron los hermanos masones Alarcón Gimeno o los Valdés García Miranda, Juan Tarrazo o el médico Bernardino Pumarada, entre otros. levantando columnas de logia en Belmonte. Vaya como homenaje esta dura ruta de sabor netamente republicano.

Victor Guerra

viernes, 9 de mayo de 2008

Desandando el Camino de Santiago

Tipo de Ruta: Longitudinal

Punto de Salida:El Pito (Cudillero)

Punto de Llegada: Monasterio de Raices (Castrillón)

Puntos del recorrido: Longitud: 25 km

Horario: 3 h

Desnivel en subida Acumulada: 502 mts.

Desnivel d bajada Acumulada: 646 mts.

El Camino de Santiago es un camino de ida, pero también de regreso

Con esta máxima emprendimos Polchi y el que suscribe, la experiencia de desandar un camino tan singular como el camino jacobita del Norte, y ya que el tiempo anda tan revuelto que mejor que hacer una etapa cortita y cerca de casa, pues a buen seguro que nuestro cuerpo no aguantaría un chaparrón más., después de tantos catarros.

Proyectamos por tanto una ruta de fácil realización para aquellos que se inician en el Mountain Bike, buscando que fuese poco complicada logísticamente así como técnicamente, y el Camino de Santiago, que ya relaté para este Suplemento de Campeones, con varias entregas empezando en el límite astur-cántabro y concluyendo en el límite astur-galaico describiendo del camino del interior, el de Oviedo por Tineo hacia Fonsagrada, ahora queda hacerlo con el que va por la costa occidental, y cuyo tramo pixueto abordamos estos días..

Hay que decir que estamos acostumbrados a las señalíticas diversa y variadas que pueblan nuestro territorio, pero en general muchas de ellas adolecen de estar diseñadas correctamente, y en general tienen un problema que las marcas y señales solo están en una dirección, y en caso de retorno, pues mil y un problemas.

Para comprobarlo cogimos en Salinas el FEVE que nos llevó al tran-tran hacia la tierra pixueta, a donde llegamos en poco tiempo. Descargadas las bicicletas, cuánto han cambiado las cosas, antes había que pegarse con los factores y revisores del tren para meter las bicicletas, ahora en cambio hay unidades que vienen preparadas para colocar las trotonas en los trenes sin problemas.

Empezamos la ruta en El Pito, por donde se dice que entraba el Camino Jacobita buscando la parroquia de Piñera, sabemos que había un ramal que bajaba a Cudillero, pero el camino iba en busca de la Playa del Aguilar desde Soto el Barco. Hoy ya no hay posibilidad de buscar la vieja tracería pues esta ha sido suplantada por el asfalto, por lo cual nos metemos por la AS-317 hacia Aronces siguiendo las desperdigadas indicaciones santiaguistas.

La carretera sin tráfico nos va llevando vaguada abajo hacia la recóndita playa de Aguilar donde el malaje de olas hace grandes a los hombres de la tabla de Surf.

En Aguilar con 3, 4 km., damos vueltas y más vueltas buscando las señales, ni rastro al final optamos por subir por la misma carretera hacia Muros, que a pesar del repecho se deja ciclar cómodamente. El Camino de Santiago aunque hoy baja a Aguilar antes iba más a media ladera por Las Terronas buscando las cabeceras de los arroyos de La Reguera y Aguilar apara desembocar en El Escorial ya en puertas de Muros, o viceversa.

Nosotros optamos por una propuesta cómoda y seguimos por la carretera AS-317 que nos lleva directamente al Parque de Palacio de Muros con unos 5,7 km, rodados. En ese punto encontramos las marcas, horrorosas pinturas amarillas, que nos vuelven a llevar hacia el interior de la población de Muros para bajar por una calle lateral a la Casa Consistorial de Muros, para de este modo cruzar por la pasarela que hay sobre la Carretera Nacional 632, saboreando como no los olores de las viandas que preparan en Casa Zoilo.

Durante la bajada tenemos una bella perspectiva de la ría de San Esteban, o de Pravia como dicen algunas cartografías. Dejamos atrás Casa Zoilo y algunos ejemplos de arquitectura indiana de menor porte, para pasar por el Parador hacia el pueblo de Era, la calle principal hoy asfaltada nos da la cabal idea de lo que debió ser todo un eje caminero, que ha conformado una peculiar arquitectura de la cual aún quedan vestigios.

Atravesado Era, desembocamos en una clara bifurcación, el ramal hormigonado gira a la izquierda, pero el Camino de Santiago, nada indicado en este punto, se mete en trinchera buscando la Nª 632. Un tramo con una belleza casi excepcional, pues casi el primer tramo de tierra que rodamos. Se entronca con la Nacional a la altura del Pk. 116, donde una pareja madura va camino de Santiago. Seguimos por el arcén para pasar el Nalón por el ancho puente de “toda la vida”, hoy aliviado de circulación por la exietncia de otro nuevo vial como la Autopista.

El Camino de Santiago va hacia San Pedro de Soto de Barco, pero sabemos que pese a las dificultades y trapacerías de los barqueros sobre los que ya se alertaba a los duros caminantes jacobitas era una forma cómoda de cruzar, pero renunciamos a pasar en barca ya que un marinero nos comentó la posibilidad de cruzar la carretera e irnos por la linde de la ría hacia el Castillo de San Martín. Planteado esto decir que el comienzo es bonito pues el sendero se abre paso por al pie de la ría, digamos que este punto sobra la cochambre de casetucas para la pesca, ya que además se observa un total abandono de de los embarques tan característicos de la zona.

Aún no me explico, cómo no es posible que se reconstruyan estos viejos embarcaderos, aunque solo sea para el recuerdo y la memoria histórica, y se erradica de paso tanta chabolería.

El sendero al final deja paso por la derecha a una pista carcomida por las rodadas de una carroceta y la poca sensibilidad de los maderistas, y la institución municipal que deja que los caminos presenten un abandono total e invasión de restos de la corta de ocalitos y la falta de cultura ambiental de los maderistas.

Arrastrando la bici unas veces, e intentando rodar otras, llegamos a la vera del Castillo de San Martín, 10,2 Km. Cruzamos el núcleo hacia la SB- 3, y llegados a su par se baja por ella unos metros para desviarnos hacia la derecha y tomar el Camino de Santiago que se abre hacia la izquierda para pasar entre El Cuerno y el Ribadal.

Subida bonita, en la cual en algunas ocasiones hay que echar pie a tierra, pero la belleza con el día de hoy, nublado y con el agua brotando a todo meter por la húmeda tierra, configuran un ciclado intenso en el que vamos metidos ambos ciclistas. A la altura del km. 11,3 nos entra por la derecha el otro ramal, que dejamos cuando entrabamos en este tramo del Camino de Santiago.

Los pegoyos con las clásicas vieiras en esta zona nos permiten tener una mejor orientación de la ruta, aunque vayamos en dirección contraria. En lo alto del cordal las indicaciones nos llevan sin problema al puente que cruza por encima la carretera del Aeropuerto y la Autopista, entrando unos metros más adelante con otra bella bajada en dirección a Santiago del Monte que atravesamos hacia el eje asfaltado Nª 643.

Cruzamos la carretera y vamos un trecho por la CT 1 para abandonarla unos metros más adelante girando hacia la ermita de la Virgen de los Remedios, seguimos las marcas y un fuerte repecho con firme de tierra nos deja en lo alto del cordal empalmando de nuevo con el asfalto yendo rumbo a Vegarrozadas. Se cruza el barrio de la Cruz con 19,4 km en las peirnas. Buscamos el mejor trazado para llegar a la Castañalona, habiendo perdido por enésima vez las famosas marcas amarillas del Camino de Santiago.

Seguimos como podemos la traza sabiendo que el lugar a remontar es San Martín de Laspra, que presenta un imponente repecho que nos deja al pie de varias edificaciones de antigua factura, mezcladas con rincones muy bonitos e interesantes. A nuestros pies Salinas, y Avilés.

Cuando ya estamos en el barrio de Fondón y comenzamos a bajar hay un estrecho sendero enlosado que se abre a la derecha entre dos casas, que nos baja de forma directa a Salinas, por la zona de Padre, el amplio poblamiento de Salinas nos obliga con sus direcciones prohibidas y demás a buscar el mejor trazado para concluir nuestra aventura en el monasterio y hoy Ermita de Raíces que es por cierto su reconstrucción y adecuación espacial es un tanto surrealista.

De esta forma se concluye una trazado de apenas 25 km, pero que aconsejamos visto lo visto, hacerlo dirección a Santiago, pues está claro que hoy los romeros jacobitas no regresan por el camino. Eso seguro pues las marcas ayudan más bien poco o nada a ello

Víctor Guerra

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