viernes, 11 de marzo de 2016

CAMINO DE SANTIAGO EN BTT POR ASTURIAS:CADAVEDO-VILLAPEDRE

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  • · Punto de Salida: Cadavedo
  • · Punto de Llegada: Villapedre
  • · Puntos de Paso: La Cruz- Querúas-Canero- Barcia-Luarca-Villuir-Otur-El Bao. Villainclán
  • · Longitud de la Ruta: 36 km
  • · Horario de la Ruta. 4 horas
  • · Desnivel acumulado de ascenso: 495 mts
  • · Desnivel acumulado de descenso: 492 mts
  • · Participantes: Javier Dolado-Juan Piñera-José Ramón Natal, Victor Guerra
  • · IBP INDEX  38
Seguimos con nuestra idea de recorrer el ahora solitario Camino de Santiago por Asturias, el Costero, a pesar de las inclemencias climatológicas, aunque a decir verdad hasta ahora hemos tenido mucha suerte con respecto a este crudo inviernos, pues las «ventanas climatológicas» han hecho que nuestras rutas fueran algo más confortables, dadas las oportunas bondades climatológicas que fuimos disfrutando a lo largo de este tour jacobita

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En esta ocasión salimos en los coches en dirección a nuestro punto de partida: Cadavedo, sin que apenas lloviera, y tras las pertinentes maniobras de dejar un coche en el lugar de salid y otro en la llegada que era Navia, pero a última hora, preferí Villapedre, por aquello de un posible empeoramiento del tiempo, y también por un equilibrio kilométrico entre esta ruta y la que nos queda para llegar al pulpo ribadense. 

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Retornados a Cadavedo, tras todo el trasiego logístico, nos ponemos en ruta, camino de Villapedre, dando comienzo en medio de lo que sería toda una tónica durante la etapa, lluvia y más lluvia.

La ruta de hoy nada tiene que ver con la etapa anterior, llena de toboganes para pasar las Ballotas, ahora ya estamos en unas etapas más planas aunque alejadas de los acantilados marítimos, eso sí seguimos en paralelo tanto a la Nª 632, como la vía del FEVE , o la nueva Autovía del Cantábrico.
Salimos por el Barrio de Arriba de Cadavedo, donde en su día durmió el peregrino veneciano Bartolomé Fontana, lugar donde parece que hubo un hospital desde 1646.

Nosotros vamos rumbo Oeste, hacia la Cruz, a la derecha el FEVE y a la izquierda la Nª 632, y partir de ahí entramos en caminos de tierra y barro, que para nuestras trotonas no son nada, pero vemos las complicaciones que ello supone para los peregrinos que van a pie, y las maniobras ante los grandes charcales a superar.

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A la altura de la Casa de los Figares, nos encontramos precisamente en medio del monte a dos «novatos» peregrinos, ambos de Madrid, que han partido de Gijón hacia Santiago, obviando Oviedo, algo poco entendible, aunque ello empieza a ser una constante en algunos peregrinos. Estos buenos amigos con los que nos fotografiamos, dan vueltas y más vueltas para evitar charcos y charcales, van lentos y el tiempo no les acompaña, intercambiamos impresiones y les dejamos con su pelea tanto con los charcales astures como por los chubascos que están cayendo, y los plásticos que llevan no les ayudan mucho.

Todo este tramo hacia Canero se hace por en medio de la foresta astur, hasta concluir en la Nacional 632, por la cual se rueda unos metros para entrar en Querúas, donde hubo otro hospital del cual nada queda salvo el topónimo de la Las Casa de la Venta, de donde salimos buscando la iglesia y Cementerio de Canero, en donde nos entrenemos un rato ya que los chubascos nos dan un respiro, pues nada más empezar la ruta ya tuvimos que cobijarnos en la capilla de La Cruz.

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Dado que empezó a escampar cuando llegamos a la iglesia de San Miguel de Canero, me entretengo en fotografiar el cementerio parroquial, que es un poco laberíntico, aunque presenta alguna panoplia de nichos interesantes y un panteón que fotografío a pesar de lo reducido del espacio, hoy parece que va a ser un día especial de cementerios y fijaciones libertinas.

Para bajar a la vaguada de Canero, el marcaje del Camino desde Querúas nos ha hecho primeramente bajar por carretera para desviarnos hacia la iglesia parroquial, de cuyo promontorio salimos por un lateral para cruzar de nuevo la carretera entrando en una serie de tramos que implican una cierta precaución, senderos «per guapos» pero en estas condiciones de humedad y barro se convierten en tramos un poco técnicos. Poco a poco vamos bajando hacia la vaguada de Canero, en cuyo fondo de valle nos desviamos por el sendero costero para poder llegar a la playa de La Cueva.

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Vista la zona retornamos a nuestras marcas santiagueras, en la Hoz de Canero para afrontar una serie de repechos bosque arriba y poder salir de la hondonada de Canero, por bonitos senderos, aunque muy empinados y resbalosos, los cuales nos obligan a echar la trotona al hombro para poder ganar el altozano y llegar así a la Casa del Monte. Antiguamente se cruzaba en barca como así lo hicieron Guillermo Manier en la barquería de los Avella-Fuentes que ya figuraba como tal en 1752, y cuyo costo del pasaje del cruce era de dos maravedíes por cada caballería, lugar por donde cruzó también el vendedor de biblias, el inglés G. Borrow

Circulamos entre prados y bosques de pinos, hasta dar con la carretera Nª 634, y llegar a un cementerio extraño articulado en medio de un denso pinar, estamos en la quintana de los muertos musulmanes de Barcia. Lugar donde fueron enterrados los componentes de las jarcas moras empotradas en los Tabores de Regulares que acompañaron a las tropas franquistas en la penetración militar hacia Asturias

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Me sorprende encontrar tan cuidado el cementerio, desbrozado y limpio, cuya acción yo creo que se ha llevado por delante alguna piedra-señal del enterramiento. Es una pena que el lugar no cuente tras tantos esfuerzos con la panelización correspondiente para información de los visitantes, proyectos presentados por el núcleo de Barcia y que por un motivo o por otro nunca han podido sacar adelante.
Abandonamos el lugar y tras rodar por la carretera unos metros nos desviamos a la derecha para entrar en zonas más abiertas de prados hacia el núcleo de Barcia, siguiendo las marcas santiagueras que van por la carreterita VA-1 hacia el núcleo capitalino del Concejo de Valdés: Luarca, pudiendo ver al paso interesantes ejemplo de la arquitectura indiana.

Aunque las marcas nos llevan hacia el centro de la villa, metida allá abajo en el fondigón del valle con un poblamiento que ha crecido sobre la ladera arriba, creando una extraña simbiosis, tras su contemplación nos desviamos para poder ver el Cementerio de Luarca, con sus impresionantes contrastes y esa curiosa luz que hace que cualquiera pueda obtener unas maravillosas vistas de la zona.

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Nos es que el Cementerio tenga un patrimonio super interesante, digamos que lo justo, además de que lo más interesante como historiografía funeraria no siempre esta tan a la vista como se piensa pues lo ojos se nos van hacia los panteones de Evaristo Casariego o el Ramón García o de los Trelles, aunque se ignora en parte la gran obra funeraria de Rubio Camín sita en el recinto funerario valdesano.

Son cosas que la tropa de fotógrafos, que nos encontramos escudriñando los rincones valdesanos cámara en ristre, parecen ignorar, haciendo oídos sordos a las insinuaciones que gay con respecto al complejo submundo de ortodoxias y heterodoxias que existen y se cuelan por debajo de esa luz y contraste que ofrece Luarca. Los dejamos a su aire colgados de sus máquinas fotograficas creyendo captar la esencia valdesana, ajenos al devenir histórico de los Cascos, los Aznar, Asenjo, y los Trelles…

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Seguimos nuestra marcha hacia el puerto valdesano de Luarca donde entramos gustosos al bar La Dársena, a tomarnos un caldo de pescado, rico y reconstituyente, tras tanto frío y agua, y donde el «mesero» nos atiende amable y familiar, brindando informaciones y pinchos para poder afrontar el la etapa ¡Gracias Paisano ¡ No es un hospital como el que hubo al lado Hospital de Santiago, que en 1440 ya arrojaba en efectos unos quinientos doce reales, y en cuyos realengos fallecieron varios peregrinos según recogen los Libros Sacramentales de Difuntos de la parroquia, donde se consignó por ejemplo la muerte de un gabacho de Clermont, en 1738 y también la de una romera alemana: Ana Clara Clarina en 1740.

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Salimos de Luarca para afrontar la subida escalonada hacia La Peña, a la vez que les voy contando a los compañeros del grupo la historia masónica de Alvarez Cascos, en Luarca, y su pelea con la librepensadora Rosario de Acuña, que tuvo sonadas repercusiones en la prensa, y todo esto para entretener la dura subida por las escaleras hasta llegar a la ermita de San Roque, lo cual nos da otra perspectiva dela villa, pero no tan bonita como la anterior, por tanto un vistazo y seguimos por Ribadebajo y Tabarcias hacia el cruce de Villuir hacia la carretera Nª 634 que cruzamos para entrar en Aquelcabo, donde se nos habla de una lauda dintel decorada, en la cual ha una espada y sobre ellas varias conchas y una cruz patada.

Eso si podemos ver en nuestra ruta las ruinas de una iglesia de Santiago  y su cementerio, o lo que en su día fueron
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De todo eso nada vimos pues el aguacero nos volvió a poner de chupa domine, y será a la altura de La Casona nº 10 cuando una buena señora nos invite a guarecernos en su cobertizo a la espera de que escampe, eso sí con la ilusión de no hay aguacero que 100 años dure. Ahí quedamos guarecidos un buen pedazo contemplados por la amable señora que nos atiende desde la ventana de su casa en camiseta, mientras nosotros estamos ateridos de frío, y ella atiende a las labores de su casa.

Cuando la cosa pareció que escampaba salimos remolones del refugio y sus preciosas «vistas» de las cuales no sé qué habría hecho el bueno de George Borrow si las hubiera podido contemplar , pero yo quedé prendado y me quedaron en la liber retina, de buen gana me hubiera quedado un buena temporada, pero la prisa de la compaña nos hizo subir de nuevo a la trotona para al poco tener que terminar debajo de un saliente esperando que la chubascada nos dejara proseguir, y yo echando de menos el cobertizo anterior. El día parecía ya sentenciado.

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De las casonas de Otur, salimos ya raudos por Pedre y Rellón, aquí el Camino para sorpresa se echa ladera arriba dando espaldas al valle para situarse tras una leve ascensión en Los Remedios. Para luego bajar a las Hervedosas, tras ello nos internamos en los predios del Monte Faro, para poder cruzar tras una interesante bajada hacia el Bao con su retorcida carretera por la que subimos para desviarnos hasta la casa del Bao de Barayo , en cuyos realengos están dedicados a los temas jacobitas y al viento, pues el lugar está lleno de cachivaches que funcionan con aire.

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Subimos pues desde aquí al Mucheiro para entrar en Villapedre por Villainclán, aunque fue una pena pues los aguaceros apenas si nos permitían pararnos a contemplar el paisaje, por tanto nos fuimos directos a Villapedre para hacer unas fotos al cementerio y dar por concluida nuestra ruta

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Víctor Guerra

viernes, 4 de marzo de 2016

CAMINO DE SANTIAGO EN BTT: SOTO DEL BARCO-CADAVEDO

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  • · Punto de Salida: Soto del Barco
  • · Punto de Llegada: Cadavedo
  • · Puntos de Paso:Piñera-El Pito- Artedo- Soto Luiña-Albuerne-Novallana-Santa Marina-Ballta-Tablizo
  • · Longitud de la Ruta: 36
  • · Horario de la Ruta. 5 horas
  • · Desnivel acumulado de ascenso:1.094 mts
  • · Desnivel acumulado de descenso: 1.172 mts
  • · PARTICIPANTES. Juan Piñera, Javier Dolado, Albano Capezzali, Victor Guerra
  • · IBP INDEX: 123
Aunque los pronósticos climatológicos no eran los más adecuados para acometer una ruta de btt, pues daban una bajada de nieve que según los pronósticos llegaría a cotas ínfimas, aunque no creo que tanto como para que la rasa costera asturiana, por la cual se abre paso el Camino de Santiago del Norte se viera envuelto en una agresiva vorágine nival que nos impidiera rodar la etapa prevista.

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Esperanzados en nuestro optimismo y que se diera una oportuna ventana climatológica, pusimos rumbo a Soto del Barco, punto de arranque de esta etapa que en principio teníamos previsto tuviera como destino la población Luarca, pero por si acaso dejamos nuestros vehículos en Cadavedo por si el tiempo no nos respetara, como así sucedió.

Tras tomar un café con pastas en la cafetería El Parque, esperando que pasara lo gordo del temporal, un fuerte chubasco de granizo que amenazaba con no parar, cuando amainó nos pusimos en marcha camino de El Pito. 

  Salimos de Soto del Barco por el barrio de Villar, para ir abandonando paulatinamente los firmes de asfalto, y entrar en otros trazados de tierra un tanto embarrados, que nos acompañarán durante un rato sobre todo cuando ciclamos al lado dela riega de Olaya, que se cruza para seguir por viejos caminos santiagueros y darnos de bruces con la vía del FVE, y donde una caída de árboles, que será todo una constante en este etapa, nos obligó a hacer algunos extraños rodeos, yendo mis compañeros a la vera del ferrocarril hacia Piñera, siguiendo yo por mi cuenta las marcas jacobitas que pronto me sacaron al núcleo de El Pito y su pintoresco palacio de los Selgas.

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Palacio ideal para visitar, pero embarrados como estamos no es pertinente, por lo cual me fui de «solanas» esperando a los compañeros, resguardados del chubasco en el apeadero de Piñera, seguí pues un rato camino adelante otra vez por viejos caminos que por Pajarín y Belandres, hasta llegar a la vera de la carretera nacional 632, al lado del Hotel Aires del Mar, donde tras un trozo aguardando a mis compañeros, nos volvimos a reagrupar de nuevo.

Las marcas jacobeas desde aquí nos alejan de la rasa costera, por lo cual cruzando la citada Nª 632, a cuya vera seguimos por lo bajero de las laderas de Santa Ana de Montarés, circundando los caminos de servicio de la Autopista, hasta desembocar de nuevo en la citada carretera (Nª 632) quedando ante el conocido cruce de Artedo.

En ese punto las marcas evitan bajar directamente a la playa de Artedo, pues se dirigen hacia el Molino de La Veiga, ubicado a la vera del río Uncín, el cual cruzamos para dar espalda al mar para virar al Sur hacia Mumayor, que ya sale en los cronicones santiagueros, como una temible subida, en cuyo tránsito podemos observar cuestiones tan paradójicas como los dos grandes viaductos, uno por encima de otro, y como contrapunto el puente de arcos fajones del FEVE y la vieja y solitaria carretera Nª 632, todo un desaguisado ambiental.

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Nuestra etapa va tomando altura, por medio del largo repecho de Numayor que nos lleva hasta Campo Cima, a la vez que se va virando sobre el Pico San Andrés yendo hacia el Oeste, hacia Soto de Luiña, lo cual sorprende; pues el Camino de Santiago, da un rodeo hacia el interior dejando de lado la rasa costera, tal vez para evitar la riega Valsera, y los sube y baja del camino. No lo sabemos muy bien, aunque ya George Borrow y Juan del Llano Ponte, hablaron de lo malo del camino, tal vez les atrajera la confortabilidad del hospital peregrino levantado ya en 1516, hubo algún otro, y esto fue lo que siempre atrajo a los peregrinos jacobitas que no en vano vivían en el Camino.

De Soto de Luiña salimos en una combinación de caminos y carreteras el alto de Las Llongas (Llanorrozos) y en este punto se abre la disyuntiva o variante: donde se puede escoger ir por la variante de Las Palancas o por las Ballotas, y cualquiera de las dos que ya en aquellos viejos tiempos ya eran duras pues así lo recogen los cronicones donde las Ballotas, era un subir y bajar vallejas llenas de riegas sin pontones, húmedas y llenas de denso arbolado, y la otra opción era irse por los cerros , o sea por Las Palancas, para evitar los pasos de las vallejas aunque ello arroja unos cuantos metros de desnivel acumulado.

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La variante de Las Palancas tenía y tiene de ventaja aquello de evitar las vallejas, puesto que es un camino más franco con subidas y más expuesto a los vientos reinantes, había y hay muchas menos casas y pueblos, pero tiene bonitas vistas tanto sobre la rasa costera como sobre las cordales circundantes.

En nuestro caso, dado el estado del tiempo, nos fuimos por la variante de la costa, o sea por Las Ballotas, que es más divertido y variado, y que parece que fue utilizado por Felipe el Hermoso y su comitiva, los cuales terminaron maldiciendo tal camino. 

  Nosotros a lo nuestro, y ya en comandita, nos fuimos por los accesos locales hacia la Capilla de Santa Eulalia en Albuerne, para pasar la primera valleja, la del Cerro que por El Cabo nos da acceso a la población de Novellana que se atraviesa dirección Oeste para vadear otra valleja, en esta ocasión la del Prau LLagón que se hace divertida aunque los numerosos árboles caídos sobre los caminos nos proponen difíciles maniobras, en una de estas ocasiones casi que Albano y Dolado se nos quedan casi que electrocutados con los cierres de las fincas tras lo cual salimos de nuevo a la carretera Nª632, circulando por ella unos centenares de metros.

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Este nuevo vadeo de río nos lleva a Casteñeras, donde no nos resistimos a la tentación de pasar de largo sin ver desde lo alto la Playa del Silencio, aunque ello nos obliga tener que volver al pueblo y tomar un disimulado ramal, al pie de Casa Pachín, donde nace un ramal que va en descenso por en medio de bosquetes de bambú que puebla lo fondero de la valleja que riega el arroyo de Cándano, eso sí hoy en parte deforestados un poco a la brava.

Seguimos pues por el camino en ascenso, tirando de las trotonas lo cual nos devuelve a la carretera que viene de forma paralela con nosotros desde el inicio de este Camino de Santiago, la Nª 632, y por la cual se rueda hasta atravesar a todo lo largo, el pueblo de bellos recuerdos para mí, como Santa Marina.

El sube y baja ya se va haciendo duro, pues las vallejas con sus firmes embarrados y con duros repechos nos van pasando factura, y aunque el tiempo nos respeta pues entre chubasco y rayos de sol, no por ello no dejamos de sufrir sus caprichosos cambios (chubascos y repentinos rayos de sol) Por otro lado lo ya citado, los muchos árboles cruzados por encima del camino hacen difícil avanzar de forma cómoda y esperemos que para la nueva temporada peregrina se limpien todos estas cuestiones.

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Una vez en Santa Marina, tan solo quedan dos vallejas más que cruzar, eso sí las más largas, la primera la que cogemos a las afueras de Santa Marina que por San Roque pasamos a la zona de Ballota, que bordeamos por el Sur para meternos en la valleja la que riega el río Cabo, y cuyo trazado nos obliga a bajar hasta el pie de la playa de Ballota, para subir ya de forma calma por la otra aladera hacia Tablizo.

Apenas si este territorio nos deja ver algo más que ver que nuestra propia senda, sí que en algunos momentos podemos entrever la franja marítima, y en algún momento las cordales tan características la cumbre de Santa Ana de Montarés por donde vendría la altozana variante de Las Palancas, pero la verdad es que no se le puede quitar un ojo a los caminos, que no son muy técnicos, pero debido al barro y los charcales nos obligan aprestarles atención así como al cruce de las riegas las cuales en su mayoría no tienen un pontón para cruzarlas.

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Tras este último vadeo salimos a Ribón donde se empata de nuevo con la Carretera Nacional 632, a la altura del PK 151, y aunque las marcas un poco más adelante nos echan hacia el fondo del valle a Lumbiello, nosotros seguimos por la solitaria carretera, ya que la existencia de la Autovía ha derivado todo el tráfico, y deja la carretera muy ciclable y segura, y ya por ella rechazando esta última variante hasta entrar en Cadavedo sin más problemas, pues ya el tiempo o aguanta más, pues es llegar al vehículo y caer otra granizada, de la cual nos libramos por poco.

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Pronto recogemos los bártulos y de nuevo a Soto dl Barco, a por el resto de vehículos y a lavar nuestras embarradas bicis para preparar la nueva etapa
Víctor Guerra
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