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viernes, 1 de marzo de 2019

La Caridad: Xaldos y Vaqueiros.


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Punto de Salida y Llegada: El Franco

· Puntos de Paso: Viavélez-Valdepares-Porcía-Hospital-Mantarás-La Roda-Matafoyada-Villalmarzo-Boimouro-Lavadoiro.
· Longitud de la Ruta: 40 km
· Horario de la Ruta. 4 horas
· Desnivel acumulado de ascenso y descenso: 912 mts
· Participantes: Olegario, Javier Paredes, Victor Guerra


Llevamos casi todo el invierno rodando por la zona de confort, o sea por la zona central de Asturias, y es el momento de empezar a ensanchar los límites de nuestros recorridos, aunque también es verdad que la crisis los ha reducido bastante ya que debido a los traslados en coches gravan los peculios de cada uno, lo que sumado a que el personal tiene compromisos en casa, de ahí que en invierno nos repleguemos a los cuarteles de invierno.


Dado que los amigos del Oriente apenas si conocen el Occidente, y para resarcirnos de una dura ruta por Santianes del Agua, donde hubo bastante que empujar nos hemos venido al Occidente costero a estirar las piernas y a disfrutar de los paisajes abiertos.

El punto de salida se situó en La Caridad, donde nos tomamos un café para salir a rodar de forma tranquila, ya que apenas si el grupo en esta ocasión pasa de un pequeño triángulo de bikers.


De La Caridad salimos en dirección Norte, sin muchas complicaciones por la FR-3 hasta el pueblo de Viavélez, con su coqueto puerto, un tanto solitario a las 10 de la mañana. Coqueto si es pero salir de puerto por su extremos Norte, siguiendo el GR E-9 supone poner las piernas duras y el corazón a punto de salirse por las costillas al menos hasta poder ganar el mirador del Bufo, que nos da una bella panorámica sobre el pueblo y el puerto.
Una vez ganada lo alto de la rasa costera al llegar al Bufo, se sigue por la traza caminera señalizada como Senda Costera E-9. Ahora solo se trata de seguir su trazado por caminos públicos, que se dirigen no sin alguna que otra vuelta, y en plano hacia Valdepares, pero antes pasaremos por encima de la playa de Monellos, donde se gira al Sur, hasta llegar hasta puerta misma de Valdepares, o sea que a la altura del palacio de Fonfría, damos vuelta para tomar de nuevo rumbo al Oeste, o sea hacia la franja de los acantilados que preside el saliente de Cabo Blanco. Aquí se deja el rumbo Norte virando al Oeste teniendo como horizonte la Punta de la Atalaya y una mar totalmente en calma, cuando la noche anterior amenazaba con llevarse los acantilados de cuajo.



Estos primeros kilómetros se dejan rodar de forma cómoda. En Las Atalayas, los murallones costeros viran al Sur para dejar espacio a la gran franja marítima de la playa de Porcía, que presenta un aspecto abrumador. Remontamos por encima el arenal pasando por al lado de la Ermita de los Remedios, un poco más allá tomamos el acceso hacia el pueblo de Porcía pero se deja el carril, para entrar por un camino que va por debajo de un Depósito de aguas, pegados al río, se cruza el río por un pontón de madera para rodar por unos cuantos metros por un bello sendero el cual vamos circunvalando el río, de nuevo hacia el Norte, hasta salir por encima de la desembocadura del río y del arenal de Porcía, punto donde para variar se gira al Oeste pasando por un lateral de las famosas minas de Oro de Salave, desde la salida en Porcía hemos dejado por unos instantes el GR E9.

El cual se retoma cuando viramos al Sur hacia el lugar denominado de El Hospital, por cuyo trazado pasa el Camino jacobita, y a cuyas puertas llegamos casi que tocando la carretera Nª 634 dejamos las marcas jacobeas y damos la vuelta para proseguir por encima de los Campos y Salave, cerca de la rasa costera donde de nuevo se recobra la dirección Oeste, yendo hacia el caserío de Foyada, saliendo de nuevo hacia las viejas minas de oro de Punta del Pedrón, donde ya nos ponemos cara al Sur, dejando de lado el GR E9 y las marcas jacobeas, para cruzar la Nª 634 hacia el pueblo de Mantarás. Llevamos 16,3 km. de ruta entre parloteos y buen rollo y ritmo.


Dejamos la tierra xalda para ir hacia los enclaves vaqueiros, para ello cruzamos en primer término el río Murias, para seguir el arroyo de Orjales para ir virando primero al Este hacia La Rebollada, y luego hacia el Sur al llegar a La Roda, (22,6 km) se dejan los tránsitos más o menos urbanos para subir por un lateral del Pico Faro, virando al Este hacia la picorota del monte Lousorio.


Atrás quedan los recorridos costeros y semiurbanos, enfrentamos las primeras subidas sobre la rasa costera que se presenta inmensa, la subida nos mete en un bello bosquete de pinos y eucaliptos llevándonos hacia el núcleo de singular nombre: Matafoyada donde unos perros intentan morder nuestro pedales, nos hacemos una foto en un cenador muy del tipo feria de abril, el caserío está muy bien cuidado y con toques de coquetería, supongo que de la buena moza que sale embozada en toallas a reñir al perro guardián, de este singular enclave se sale del coqueto núcleo por su carril de acceso yendo hacia la AS-24 que une La Roda con Presno.




Llegados a la carretera se baja por ella hasta recobrar de nuevo la vera del río Porcía que se cruza a la altura de Sueiro para tomar la orilla izquierda aguas arriba en dirección a la Veguiña, se deja atrás Sueiro y se sigue ahora el río Mazo, desde la carretera se ve el antiguo puente carretero, se cruza el nuevo y se toma un camino dejando el asfalto que se abre al Este para ganar por un cómodo camino que acompaña el río hasta un cruce de riegas, se gira por encima de ellas para subir por el Campón hacia la altozana aldea de Villalmarzo, pasando al lado del Pico del Corno.

Sin apenas entrar en la aldea de Villalmarzo, en las primeras casa nos vamos a la izquierda por un camino semi abandonado que baja a un recoleto rincón, cuyo lugar ahora el amigo Javier Paredes reconoce, y que siempre nos gusta llegara él, como es Boimouro, aunque llegamos siempre desde otras latitudes, el amigo Olegario disfruta como un verderón de todo este solar, pues salir de Degaña y meterse en Llanes, a estar rodando por estos espacios abiertos, resulta toda una pasada. Llevamos 32 km. rodados.



De Boimouro se sale dirección sur para coger una pista empinada que abandona el valle para encaramarse en los entornos de la Granda de Figuerola, pero esa fue la opción que tomamos pero la situación hoy de Lavadoiro por el monte es complicado, pues se ha perdido la senda, por lo cual una vez tomada la traza en Boimoiro, se sigue por el camino que va a media ladera muy marcado dejando algún ramal que sube , hasta darnos con las primeras casa de Gudín , aquí e se sube por entre el caserío hacia la ermita de Espieira a coger el carril asfaltado que por su lateral derecho nos lleva directamente hacia las Barrosas.



Antes de entrar en Las Barrosas, nos adentramos hacia los predios de Candrés siguiendo el rumbo Norte hacia la quintana de El Carbayón, y por el Pereiro y la Vuelta del Castañeiro, se dejan atrás los predios vaqueiros para entrar en las tierras plana de los xaldos, y por La Ponte con 36,5 km., rodados no situamos en la planicie de la A Granda, pasando por Godella hacia el Campo Grande tomando la entrada a La Caridad por la Caleya. Dando fin a la ruta



Ahora toca una cerveza y de nuevo un montón de kilómetros de vuelta a casa.

© Victor Guerra

viernes, 18 de marzo de 2016

Camino de Santiago en BTT por Asturias. Villapedre-Ribadeo

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Foto. Juan Piñera
  • · Punto de Salida: Villapedre
  • · Punto de Llegada: Ribadeo
  • · Puntos de Paso: Villaoril-La Colorada- Navia-Jarrio -Valdepares- Salave-Figueras
  • · Longitud de la Ruta: 42 km
  • · Horario de la Ruta: 3, 30 horas
  • · Desnivel acumulado de ascenso: 539 mts
  • · Desnivel acumulado de descenso: 420 mts
  • · Participantes: Jose Ramón Natal, Juan Piñera, Albano Capezzali, Pablo Riopedre, Rubén Vega, Luz, Javier Paredes, Poldo Figueiras, Victor Guerra
· IBP INDEX: 34
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Ya en la recta final de nuestra travesía por el Camino de Santiago. Camino Costero, nos enfrentamos con una importante mejoría del tiempo y el personal se anima a concluir esta interesante ruta que hoy nos lleva desde Villapedre a la frontera asturgalaica, atravesando el Puente de los Santos y concluyendo en Ribadeo, tras haber arrancado semanas atrás en el otro extremo en Unquera (Cantabria)

Lo primero, nada más llegar a Villapedre punto de partida, nos dedicamos a llevar los coches hasta el punto de destino en Ribadeo, para retornar de nuevo a Villapedre donde el conjunto de bikers apuntados a esta interesante actividad nos estaban esperando tras unos suculentos cafés y bocadillos en la singularidad regional, dos bares, pegados uno al otro.

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La solana que ya lucía a las 10 de la mañana, y que horneaba nuestros bodys hizo que el personal se lo tomara con calma, tanto en la salida como en durante el resto de la ruta, pues las dificultades en general son insistentes, me refiero a repechos o tramos técnicos.

Salimos pues de Villapedre, siguiendo las marcas jacobitas tan peculiares como diversas, que nos indican seguir por Llamiella y La Peña hasta conducirnos a un camino de tierra para entrar en la parroquia de Piñera, cruzando la Nª 634, para entrar en el núcleo de San Martín de Piñera y su simpático cartel de “parqui”, en cuyos entornos nos volvemos a encontrar con la vía del FEVE, comprobando a su vez las vueltas que este tren realiza por el territorio occidental astur.
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Tras un pequeño descanso ante la iglesia de San Salvador, entroncamos de nuevo con la inevitable carretera Nª 634, aunque las marcas pronto no echan fuera de ella, para entrar en una vaguada que riega el arroyo Roumin o Frejulfe, que somos incapaces de cruzar pues en lo fondero se abre en varios brazos, y viene muy caudaloso, y como no es cuestión de quitarnos las botas para pasar remontamos la traza, y hacemos como el jacobita que en solitario va caminando por el arcén de la carretera Nacional, y seguimos por ella unos metros para entrar en Villaoril, donde le damos por un tiempo la espalda a la al eje 634, para entrar por de la primera casa hacia la derecha hacia el barrio de Campo de Arriba.

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quí, aunque nada digo a mis compañeros de viaje, me viene a la memoria el recuerdo de mi amigo, hoy en el Oriente Eterno: Adolfo Gustavo Pérez, aquel berroqueño y fornido poeta de Villaoril, que habitaba en el barrio de la Calzada, y con el cual hice algunos bolos poéticos con aquellas parajes gijoneses y ovetenses y con apuestas como las revistas Oliver y Cálamo.

Seguimos nuestra ruta por un surtido trazado de carreteritas que por La Venta (antiguo hospital con cuadra y panera) desde se alcanza el significado lugar de La Colarada y su ermita de la Virgen de los Dolores, para entrar en Navia bordeando el Monte Grande y pasar por la ermita de San Roque hacia el centro de Navia, donde el cabreo de nuestro compañero Natal sube de tono, pues al ir a sellar su credencial peregrina, se encuentra con la Oficina de Turismo, en un soleado sábado cerrada los fines de semana, y se pregunta: «Así es como queremos promocionar el Camino».

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En Navia, lo cierto es que casi que apenas si paramos dado el ajetreo de la villa, lo justo para ver la casa de los Calzada y la placa dedicada a su memoria, aquellos vetustos masones del siglo XIX, uno de los cuales dio nombre a la ciudad argentina de Rafael Calzada, y padre del cual, un activo notario fue que promovió la desecación de la zona de la playa de Navia, y un fulgurante precursor de varias logias masónicas en su villa natal.

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Como era de esperar una villa de estas dimensiones contó en su tiempo con un hospital destinado a enfermos, pasajeros y peregrinos, recogiéndose en los Libros Sacramentales de Difuntos, la muerte de algunos de ellos, como la de un bohemio de nación: Matías Sporce fallecido en 1755, dos años después se enterró a Jacobo Keller, y en 1762 Jorge Pistón, y así hasta llegar al matrimonio que murió a la vez e ignoramos porqué: Daniel y Rosalía, también de Bohemia, cuyos pasaportes recogió su hijo que continuó viaje a Santiago.

En Navia sí que no había posibilidad de rodeos para evitar el cruce fluvial, se hacía en barca como recogen todos los viajeros como Antonio Llain en 1502, y como así lo hicieron Antonio Jouvin, Guillermo Manier, Jean Pierre Racq, o Luigi Salandra que elogia lo corteses que son los naviegos pero lo sucia que es la villa, cosa que hoy no es tal por suerte, aunque a veces huela un poco mal por la industria papelera; por este mismo lugar cruzaron las biblias protestantes de George Borrow, aunque hay que anotar que el lugar de embarque de autóctonos y peregrinos se hacía en Barqueriro, con un precio de cuatro maravedís por persona y cada caballería pagaba el doble: ocho.

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Nosotros cruzamos la ría por su amplio puente con una ría de Navia que venía a tope de agua, supongo que de lluvias reciente y deshielo, aunque más bien de lo primero, dado sucias que vienen las aguas, doblamos en el Espín, (donde antaño había una Venta) a la izquierda para subir hacia Barquero, donde dejamos los tramos de asfalto para retomar los trazados de tierra, eso sí tras un pequeño incidente, con la pérdida de algunos compañeros, tras el reencuentro, seguimos trotando disfrutando de la confraternidad de reencontrar dentro de las actividades que todos los sábado desarrollamos a Pablo Riopedre y su nueva trotona Lapierre de carbono, y cuyo manillar hace parecer al amigo Riopedre en una extraña figura de un «crucificado», y como no, agradecer la presencia de la nueva pareja Javier-Luz , sin olvidar al más veterano y fiel amigo, muy querido para mí, el amigo Poldo Figueiras, Polchi.

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Recuperadas todas las unidades ciclo-bikers, incluso la del amigo Rubén Vega, que pronto nos indica «que no va flojo, sino que se ha perdido», y ya todos juntos ciclamos hacia Jarrio, paralelos a la Nª 634 y a la Autovía del Cantábrico, rumbo al Oeste, hacia Louteiro, en estos predios recogen las crónicas que había habido un hospital de peregrinos que fundara Álvaro Pérez de Coaña, bajo la advocación de Santa Ana que funcionaba en 1753 y que regentaba un vecino de Serandinas y que aún en el siglo XIX funcionaba como tal de nuevo.

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Nosotros a lo nuestro, seguimos dando pedal por un tramito de camino para desembocar en Esteler, trufando el recorrido que nos queda por delante con varios cruces de la Nacional 634, en un punto determinado nos encontramos con un integrante del viejo grupo BTT de la zona, Xena, nos indica que lo mejor que haríamos era ir por el Sendero Costero, E-9, pero le insistimos que ahora toca el Camino de Santiago señalizado como tal, y nos guste más o menos ese es el objetivo, tras un rato de debate no lo entiende, y allí le dejamos, seguimos ruta hacia la Ermita de San Pelayo, tras bordear La Caridad, cuyo topónimo se apunta como relacionado con la peregrinación santiaguera.

En Valdepares, el solitario Camino jacobita, -en toda la etapa no hemos visto nada más que un peregrino medio desesperado que iba todo el rato por el arcén de la Nacional 634, - y es una pena por el día y por los parajes que nos entrega esta soleada mañana la naturaleza como la riega de Porcía ante la cual visitamos la ermita de los Remedios, siguiendo rumbo a Porcía desde donde alcanzamos Carozas y Los Campos y Salave, donde visitamos su cementerio, y vemos las clásicas pintadas de «Vacas sí, Oro no».

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Los bikers de la ruta:Natal, Capezaali, Piñera,Polchi, Vega, paredes, Riopedre, Luz
La ruta nos lleva lejos del mar, y de forma paralela a esta, y a la Nª 634 vamos ganando kilómetros a la ruta hasta ganar el poblamiento de Mantarás, y donde al calor del mediodía y a la vera de la Ermita de San Antonio, paramos para un merecido reposo y dar un tiento a nuestras vituallas, mientras Albano se va al bar a darle un tiento al zumo de cebada, y tras ello entramos en Tapia de Casariego, donde de nuevo se repite el tema de la Oficina de Turismo, cerrada los fines de semana… ¡¡ Increíble¡¡

Indicar que había un camino secundario que desde La Caleya unía esta con Tapia pasando por el norte de la parroquia, hacia el Salabbe (Salave) de Guillermo Manier donde había otro hospital que en 1752 disponía de dos planta y capilla y su renta anual era de doce fanegas y tres medidas de trigo, y ciento cincuenta reales y treinta maravedís en dinero, teniendo la obligación de asistir a los peregrinos proveyéndoles de sal y agua, así mismo debía de disponer de veinticuatro reales para luz y paja y ropa rapa dos camas y lo necesario para enfermos peregrinos, y en cuyo establecimiento murió Domingo de Ourán (1780) y el alemán Juan Raltommel, y un paisano que también debían de peregrinar, un mierense Alfonso Collado (1793).

De Tapia salimos hacia el puente de Aguileira, y una vez cruzado en vez de irnos hacia el GR-E 9 nos vamos por un tramo tras ganar la Xunqueira y por un tramo de camino ganar Calambre rodando hacia Las Nogueiras y Villamil y acércanos un poco más a la costa en Santa Gadea, para desembocar en la bonita playa de Penarronda, donde se impone una tranquila contemplación de tan bello paraje.

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En uno de esos cruces de carreteras locales encontramos con uno perdidos moteros en el galimatías de caminos y carreteras y tras orientarlos, pues iban para Rinlo al buen arroz con bugre, nosotros seguimos rodando hasta Figueras, donde había también de hospital de peregrinos que era propiedad del Gremio de Mareante, que existió hasta el siglo XVIII, serán de nuevo los libros de Difuntos los que nos den noticias de estos, al pasar al Oriente Eterno.

Aquí nacía. O en Tol, el bifurcación de caminos; una para los más ricos que cruzarían la ría del Eo en barca, como así lo relatan Antonio LLaling en 1502 y Antonio Jouvin y Guillermo Manier, cada uno en su tiempo y manera, y cuya travesía duraba entre 30 y 50 minutos, con la posibilidad decía algún viajero, de poder tener «vistas» de los muslos de algunas paisanas al tener que ayudar estas alas barcas de lado subiéndose en el carel de la lancha, pues al no haber embarcadero, había que entornar la a barca para que pudieran bajar los pasajeros, dando el espectáculo visual adecuado que algún avispado viajero entrevió, para que luego digan mis compañeros de mis «particulares visiones» de la madura a la ventana de su casa.

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El resto de los viajeros y peregrinos, al no poder subirse a la barca afrontarían todo un rodeo que les llevaría primeramente desde Figueras hacia Castropol y luego hacia Vegadeo, y supongo que unos tirarían por Pontenova y otro por Ribadeo, en fin muchos kilómetros.

En todo caso, nuestra ruta sigue por el actual Puente de Los Santos, que cruza a buena altura el salmonero río Eo, y en un pis pas en Ribadeo.

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Recogidos las trotonas y cambiados los uniformes biker por cómodas ropas se impone un homenaje pues hemos concluido el Camino de Santiago del Norte, y que mejor que mejor que hacerlo con unas buenas raciones de pulpo como así sucedió, y he aquí la constancia

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  • · Fotos de la Ruta. Albano Capezzali, Jose Ramón Natal, Juan Piñera, Victor Guerra
Victor Guerra
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