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viernes, 18 de marzo de 2016

Camino de Santiago en BTT por Asturias. Villapedre-Ribadeo

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Foto. Juan Piñera
  • · Punto de Salida: Villapedre
  • · Punto de Llegada: Ribadeo
  • · Puntos de Paso: Villaoril-La Colorada- Navia-Jarrio -Valdepares- Salave-Figueras
  • · Longitud de la Ruta: 42 km
  • · Horario de la Ruta: 3, 30 horas
  • · Desnivel acumulado de ascenso: 539 mts
  • · Desnivel acumulado de descenso: 420 mts
  • · Participantes: Jose Ramón Natal, Juan Piñera, Albano Capezzali, Pablo Riopedre, Rubén Vega, Luz, Javier Paredes, Poldo Figueiras, Victor Guerra
· IBP INDEX: 34
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Ya en la recta final de nuestra travesía por el Camino de Santiago. Camino Costero, nos enfrentamos con una importante mejoría del tiempo y el personal se anima a concluir esta interesante ruta que hoy nos lleva desde Villapedre a la frontera asturgalaica, atravesando el Puente de los Santos y concluyendo en Ribadeo, tras haber arrancado semanas atrás en el otro extremo en Unquera (Cantabria)

Lo primero, nada más llegar a Villapedre punto de partida, nos dedicamos a llevar los coches hasta el punto de destino en Ribadeo, para retornar de nuevo a Villapedre donde el conjunto de bikers apuntados a esta interesante actividad nos estaban esperando tras unos suculentos cafés y bocadillos en la singularidad regional, dos bares, pegados uno al otro.

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La solana que ya lucía a las 10 de la mañana, y que horneaba nuestros bodys hizo que el personal se lo tomara con calma, tanto en la salida como en durante el resto de la ruta, pues las dificultades en general son insistentes, me refiero a repechos o tramos técnicos.

Salimos pues de Villapedre, siguiendo las marcas jacobitas tan peculiares como diversas, que nos indican seguir por Llamiella y La Peña hasta conducirnos a un camino de tierra para entrar en la parroquia de Piñera, cruzando la Nª 634, para entrar en el núcleo de San Martín de Piñera y su simpático cartel de “parqui”, en cuyos entornos nos volvemos a encontrar con la vía del FEVE, comprobando a su vez las vueltas que este tren realiza por el territorio occidental astur.
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Tras un pequeño descanso ante la iglesia de San Salvador, entroncamos de nuevo con la inevitable carretera Nª 634, aunque las marcas pronto no echan fuera de ella, para entrar en una vaguada que riega el arroyo Roumin o Frejulfe, que somos incapaces de cruzar pues en lo fondero se abre en varios brazos, y viene muy caudaloso, y como no es cuestión de quitarnos las botas para pasar remontamos la traza, y hacemos como el jacobita que en solitario va caminando por el arcén de la carretera Nacional, y seguimos por ella unos metros para entrar en Villaoril, donde le damos por un tiempo la espalda a la al eje 634, para entrar por de la primera casa hacia la derecha hacia el barrio de Campo de Arriba.

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quí, aunque nada digo a mis compañeros de viaje, me viene a la memoria el recuerdo de mi amigo, hoy en el Oriente Eterno: Adolfo Gustavo Pérez, aquel berroqueño y fornido poeta de Villaoril, que habitaba en el barrio de la Calzada, y con el cual hice algunos bolos poéticos con aquellas parajes gijoneses y ovetenses y con apuestas como las revistas Oliver y Cálamo.

Seguimos nuestra ruta por un surtido trazado de carreteritas que por La Venta (antiguo hospital con cuadra y panera) desde se alcanza el significado lugar de La Colarada y su ermita de la Virgen de los Dolores, para entrar en Navia bordeando el Monte Grande y pasar por la ermita de San Roque hacia el centro de Navia, donde el cabreo de nuestro compañero Natal sube de tono, pues al ir a sellar su credencial peregrina, se encuentra con la Oficina de Turismo, en un soleado sábado cerrada los fines de semana, y se pregunta: «Así es como queremos promocionar el Camino».

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En Navia, lo cierto es que casi que apenas si paramos dado el ajetreo de la villa, lo justo para ver la casa de los Calzada y la placa dedicada a su memoria, aquellos vetustos masones del siglo XIX, uno de los cuales dio nombre a la ciudad argentina de Rafael Calzada, y padre del cual, un activo notario fue que promovió la desecación de la zona de la playa de Navia, y un fulgurante precursor de varias logias masónicas en su villa natal.

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Como era de esperar una villa de estas dimensiones contó en su tiempo con un hospital destinado a enfermos, pasajeros y peregrinos, recogiéndose en los Libros Sacramentales de Difuntos, la muerte de algunos de ellos, como la de un bohemio de nación: Matías Sporce fallecido en 1755, dos años después se enterró a Jacobo Keller, y en 1762 Jorge Pistón, y así hasta llegar al matrimonio que murió a la vez e ignoramos porqué: Daniel y Rosalía, también de Bohemia, cuyos pasaportes recogió su hijo que continuó viaje a Santiago.

En Navia sí que no había posibilidad de rodeos para evitar el cruce fluvial, se hacía en barca como recogen todos los viajeros como Antonio Llain en 1502, y como así lo hicieron Antonio Jouvin, Guillermo Manier, Jean Pierre Racq, o Luigi Salandra que elogia lo corteses que son los naviegos pero lo sucia que es la villa, cosa que hoy no es tal por suerte, aunque a veces huela un poco mal por la industria papelera; por este mismo lugar cruzaron las biblias protestantes de George Borrow, aunque hay que anotar que el lugar de embarque de autóctonos y peregrinos se hacía en Barqueriro, con un precio de cuatro maravedís por persona y cada caballería pagaba el doble: ocho.

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Nosotros cruzamos la ría por su amplio puente con una ría de Navia que venía a tope de agua, supongo que de lluvias reciente y deshielo, aunque más bien de lo primero, dado sucias que vienen las aguas, doblamos en el Espín, (donde antaño había una Venta) a la izquierda para subir hacia Barquero, donde dejamos los tramos de asfalto para retomar los trazados de tierra, eso sí tras un pequeño incidente, con la pérdida de algunos compañeros, tras el reencuentro, seguimos trotando disfrutando de la confraternidad de reencontrar dentro de las actividades que todos los sábado desarrollamos a Pablo Riopedre y su nueva trotona Lapierre de carbono, y cuyo manillar hace parecer al amigo Riopedre en una extraña figura de un «crucificado», y como no, agradecer la presencia de la nueva pareja Javier-Luz , sin olvidar al más veterano y fiel amigo, muy querido para mí, el amigo Poldo Figueiras, Polchi.

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Recuperadas todas las unidades ciclo-bikers, incluso la del amigo Rubén Vega, que pronto nos indica «que no va flojo, sino que se ha perdido», y ya todos juntos ciclamos hacia Jarrio, paralelos a la Nª 634 y a la Autovía del Cantábrico, rumbo al Oeste, hacia Louteiro, en estos predios recogen las crónicas que había habido un hospital de peregrinos que fundara Álvaro Pérez de Coaña, bajo la advocación de Santa Ana que funcionaba en 1753 y que regentaba un vecino de Serandinas y que aún en el siglo XIX funcionaba como tal de nuevo.

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Nosotros a lo nuestro, seguimos dando pedal por un tramito de camino para desembocar en Esteler, trufando el recorrido que nos queda por delante con varios cruces de la Nacional 634, en un punto determinado nos encontramos con un integrante del viejo grupo BTT de la zona, Xena, nos indica que lo mejor que haríamos era ir por el Sendero Costero, E-9, pero le insistimos que ahora toca el Camino de Santiago señalizado como tal, y nos guste más o menos ese es el objetivo, tras un rato de debate no lo entiende, y allí le dejamos, seguimos ruta hacia la Ermita de San Pelayo, tras bordear La Caridad, cuyo topónimo se apunta como relacionado con la peregrinación santiaguera.

En Valdepares, el solitario Camino jacobita, -en toda la etapa no hemos visto nada más que un peregrino medio desesperado que iba todo el rato por el arcén de la Nacional 634, - y es una pena por el día y por los parajes que nos entrega esta soleada mañana la naturaleza como la riega de Porcía ante la cual visitamos la ermita de los Remedios, siguiendo rumbo a Porcía desde donde alcanzamos Carozas y Los Campos y Salave, donde visitamos su cementerio, y vemos las clásicas pintadas de «Vacas sí, Oro no».

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Los bikers de la ruta:Natal, Capezaali, Piñera,Polchi, Vega, paredes, Riopedre, Luz
La ruta nos lleva lejos del mar, y de forma paralela a esta, y a la Nª 634 vamos ganando kilómetros a la ruta hasta ganar el poblamiento de Mantarás, y donde al calor del mediodía y a la vera de la Ermita de San Antonio, paramos para un merecido reposo y dar un tiento a nuestras vituallas, mientras Albano se va al bar a darle un tiento al zumo de cebada, y tras ello entramos en Tapia de Casariego, donde de nuevo se repite el tema de la Oficina de Turismo, cerrada los fines de semana… ¡¡ Increíble¡¡

Indicar que había un camino secundario que desde La Caleya unía esta con Tapia pasando por el norte de la parroquia, hacia el Salabbe (Salave) de Guillermo Manier donde había otro hospital que en 1752 disponía de dos planta y capilla y su renta anual era de doce fanegas y tres medidas de trigo, y ciento cincuenta reales y treinta maravedís en dinero, teniendo la obligación de asistir a los peregrinos proveyéndoles de sal y agua, así mismo debía de disponer de veinticuatro reales para luz y paja y ropa rapa dos camas y lo necesario para enfermos peregrinos, y en cuyo establecimiento murió Domingo de Ourán (1780) y el alemán Juan Raltommel, y un paisano que también debían de peregrinar, un mierense Alfonso Collado (1793).

De Tapia salimos hacia el puente de Aguileira, y una vez cruzado en vez de irnos hacia el GR-E 9 nos vamos por un tramo tras ganar la Xunqueira y por un tramo de camino ganar Calambre rodando hacia Las Nogueiras y Villamil y acércanos un poco más a la costa en Santa Gadea, para desembocar en la bonita playa de Penarronda, donde se impone una tranquila contemplación de tan bello paraje.

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En uno de esos cruces de carreteras locales encontramos con uno perdidos moteros en el galimatías de caminos y carreteras y tras orientarlos, pues iban para Rinlo al buen arroz con bugre, nosotros seguimos rodando hasta Figueras, donde había también de hospital de peregrinos que era propiedad del Gremio de Mareante, que existió hasta el siglo XVIII, serán de nuevo los libros de Difuntos los que nos den noticias de estos, al pasar al Oriente Eterno.

Aquí nacía. O en Tol, el bifurcación de caminos; una para los más ricos que cruzarían la ría del Eo en barca, como así lo relatan Antonio LLaling en 1502 y Antonio Jouvin y Guillermo Manier, cada uno en su tiempo y manera, y cuya travesía duraba entre 30 y 50 minutos, con la posibilidad decía algún viajero, de poder tener «vistas» de los muslos de algunas paisanas al tener que ayudar estas alas barcas de lado subiéndose en el carel de la lancha, pues al no haber embarcadero, había que entornar la a barca para que pudieran bajar los pasajeros, dando el espectáculo visual adecuado que algún avispado viajero entrevió, para que luego digan mis compañeros de mis «particulares visiones» de la madura a la ventana de su casa.

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El resto de los viajeros y peregrinos, al no poder subirse a la barca afrontarían todo un rodeo que les llevaría primeramente desde Figueras hacia Castropol y luego hacia Vegadeo, y supongo que unos tirarían por Pontenova y otro por Ribadeo, en fin muchos kilómetros.

En todo caso, nuestra ruta sigue por el actual Puente de Los Santos, que cruza a buena altura el salmonero río Eo, y en un pis pas en Ribadeo.

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Recogidos las trotonas y cambiados los uniformes biker por cómodas ropas se impone un homenaje pues hemos concluido el Camino de Santiago del Norte, y que mejor que mejor que hacerlo con unas buenas raciones de pulpo como así sucedió, y he aquí la constancia

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  • · Fotos de la Ruta. Albano Capezzali, Jose Ramón Natal, Juan Piñera, Victor Guerra
Victor Guerra
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