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viernes, 4 de agosto de 2017

POR TIERRAS DEL BERNESGA Y EL TORÍO

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  • · Punto de Salida y Llegada: POLA DE GORDON
  • · Puntos de Paso: Nocedo- Puente de Alba-La Robla-Naredo de Fenar-Matallana-Orzonaga
  • · Longitud de la Ruta: 50 km
  • · Horario de la Ruta. 3 horas
  • · Desnivel acumulado de ascenso y descenso: 1073 mts
  • · Participantes: Javier Paredes; Luz; Luis Roza; Juan Moreno, Javier Dolado; Victor Guerra

Ya que el verano en Asturias se pone borde, y nos amenaza cada día con sepultarnos en las sempiternas nieblas tipo tierras de Mordor, planteamos irnos más al Sur, ya que el Desafío 2017 de la Cordillera que planteamos com plan A, podría traernos alguna complicación, por tanto, pronto se diseñó una ruta que, partiendo desde Pola de Gordón, nos pusiese en rumbo inverso al que habíamos rodado unas semanas atrás, y que mejor que hacerlo a caballo de dos valles como son los que riegan dos ríos, en este caso tan importantes como el Bernesga y el Torío.

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Partimos pues de la gasolinera de Pola de Gordón, para ponernos rumbo Sur y pegarnos a las riberas del río Bernesga, cuya vera cogimos en el mismo Pola de Gordón transitando por el Camino de Santiago, en dirección inversa y bordeando las ultimas estribaciones de las Sierras Negras de Cajal , antes de abrirse nuevo el valle después de la Curva el Molino, en cuyo pequeño estrechamiento coge malamente: nuestro trazado, el río Bernesga, la vía de ferrocarril RENFE y la Nacional-630, abriéndose el valle en toda su amplitud antes de llegar a Nocedo de Gordón.

En este punto, el trazado cruza el río y se pone paralelo a la vía RENFE, para pasar por Peredilla hacia Puente de Alba, siempre jugando con el río, la vía del tren manteniendo el rumbo Sur, de esta manera se entra en la población de La Robla, presidida por su gran térmica. Tenido como que no quiere la cosa unos 11 kilómetros rodados prácticamente en plano.

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A la salida de esta gran población, nuestra ruta abandona las orillas del Bernesga para ir virando al Este, a través del Polígono del Rabizo, siguiendo en este caso el arroyo de tal nombre y el trazado de la N-630, que cruzamos por encima como a los 4 km de La Robla, para ya encarar la ruta hacia el Este, tomando grandes pistas que van cogiendo altura hasta ganar la línea cumbral, a cuyo seno nacen a derecha e izquierda una sucesión de pequeños cauces fluviales, como el de Pelosas o el de Valdetornos.

La ruta a su vez ya en lo alto va virando al Noroeste para colocarse paralela, pero distanciada en metros y en altitud, del eje que conforman tanto la carretera CL-626, como la línea ferroviaria Bilbao-La Robla,.

Seguimos manteniendo la línea de cumbre, pasando por Cantos Rasos hasta desembocar ante el punto geodésico de Canto la Parra, con 1.244 metros de altitud, el cual alcanzamos con unos 14,5 km rodados.

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Situados en el vértice de La Parra, ahora no queda otra cosa que ir hacia el valle que riega el río Torío, y descender en dirección al pueblo de Naredo de Fenar, para enlazar con la carretera CL-626.

Estamos además contentos por partida doble por un lado nuestro amigo Juan Moreno, nos puede acompañar pues con su BTTHaibike E-bike va como un cañón y puede hacernos de fotógrafo, lo cual se nota, pues antes solo salíamos de culo, ahora se nos ven las caras, Gracias Juan¡¡¡

Queríamos rodar algo hacia el Sur en dirección a la aldea de Pardavé, pero la falta de track y viendo cómo iba el rio Torio de lleno, y no teniendo muy claros los trazados, nos fuimos hacia el famoso rancho que se ubica a la par del Torío, y la CL-626, donde nos dispusimos a tomarnos una cerveza tranquila con unos 30 km., rodados, en el famoso Rancho Canadá. Una sorprendente puesta en escena tipo rancho americano, que ha recreado el amigo José González Juárez y que en su día el Diario Leonés, tituló como El lejano Oeste leonés.

Tras la cerveza es hora de levantar el vuelo y volver a las trotonas, lo cual hacemos rodando al Norte, a la vera del Torío que viene del Puerto de Piedrafita, pero cuyas orillas se abandonan para virar a la izquierda, al Oeste dejando el rio y enlazando el acceso rodado al pueblo de Orzonaga, a cuya entrada del núcleo se vira a la izquierda para entrar ya en subida hacia el Cotalerín y el Cotorre de la Quemada y poder subir como podemos hacia el Canto de Lombada.

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La verdad es que la zona permite varias opciones de recorrido, como seguir por Orzonaga hacia las antiguas instalaciones mineras de San José, y luego coronar la cumbral por las Minas de Oro a través de la Casa del Monte y los Sierros de San Miguel o Cueto Correlar , o subir hacia la Sierra del Sardoma.

Optamos  por seguir el track trazado, y aunque nos cuesta cogerle al tranquillo a tanta piedra suelta que tenemos como firme, le vamos cogiendo el tranquillo y nos encaramamos en la zona cumbral llegando al Collado Gudina con 38 km rodados.

En este punto viramos al Norte, por caminos un poco más cerrados por la vegetación, hasta ganar La Collada Lobera, bajo la sombra del Cueto Faedo, en cuyo punto encontramos un perro de la caza las raleas de jabalí, perdido y extenuado, le dimos agua y lo que había de comer, y se fue con nosotros hasta llegar a las Minas de Tablizo, donde entroncamos con la carretera que sube de nuevo por Vega Fonda, para de este modo ya en lo alto abandonar el eje asfaltado y meternos en Sierra Valdeca, donde una camino cada vez más cerrado rodea el Cueto San Mateo, aunque también podríamos haber entrado por la izquierda del Cueto, hacia Collado de la Muria trialeando. Preferimos lo más cómodo por no complicar los trazados.

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Pues el sol ya apretaba y la idea de darnos un pequeño homenaje en Busdongo de cecina y embutido, era mucho atractivo, y nos echamos ladera abajo por la vera del arroyo Cerezales, en mi caso si apenas freno delantero, y sin ningún tipo de freno trasero, ya que había perdido todo el líquido de frenos, o sea que hube de ir bajando con cuidado, y metiendo el zapato entre el cuadro y la cubierta, lo cual me dejó una bonita cicatriz en la planta de la zapatilla.

De esta guisa entramos de nuevo en Pola de Gordón, a la vez que veíamos como la niebla de Mordor se afianzaba en las cresterías de Pajares.
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Victor Guerra
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