Esta espacio también es para recordar a los viejos amigos y conocidos, y entre ellos también aquellos que conformaron parte de mi infancia y adolescencia como fueron "Pin o Amieva" en su recuerdo ya que no pude asistir a su sepelio este recordatorio que también he publicado en mi periódico habitual DIARIO LA NUEVA ESPAÑA, y que reproduzco aquí:
Un recuerdo para el amigo José Amieva, de Ciclos Amieva
Mi homenaje a otro referente de la cultura ciclista en nuestra ciudad
16.02.2013 | 03:49 Víctor Guerra
Está claro que el ciclismo, más allá de los parangones televisivos, tiene poco recorrido en la vida societaria gijonesa. Y es que nuestros referentes de la bicicleta -no me refiero a los ciclistas, que también, sino a todos esos compañeros que se mueven en el mundo del pedal, como los mecánicos, los garajistas...- se van al Oriente Eterno de forma callada, sin hacer ruido.
En diciembre lo hacía el popular «Pin», aquel que regentó durante tantos años el garaje de la calle Prendes Pando (Gijón) y al que yo llevaba las bicicletas de reparto de la Droguería Deli para reparar por enésima vez.
Ante su taller siempre me preguntaba.. ¿Cómo era posible que este hombre pudiera cerrar su negocio con aquella pila de bicicletas sobre su portón... aunque es cierto que cerraba. Para nosotros siempre estaba abierto, casi que diría que no era un garaje, sino más bien un viejo almacén, una chatarrería de bicicletas, de la cual siempre emergían nuestros paupérrimos biciclos dispuestos para rodar de nuevo, y «Pin», de nombre completo Manuel Menéndez Valdés, se nos fue este fin de año con su eterna sonrisa al Oriente Eterno.
Estos días lo hizo también otro singular personaje ligado al ciclismo en dos vertientes, la competitiva y como garajista. Me refiero a José Amieva, de Ciclos Amieva, de la calle Ezcurdia, el cual se nos ha ido apenas hace unas horas.
Amieva era alguien que cobijó para el mundo del ciclismo asturiano toda una utopía ciclista, y que intentó plasmar con su viejo amigo José Luis Algarra en el seno de la Federación Española de Ciclismo; aunque este organismo es un viejo paquidermo con el que nos hemos estrellado tantos otros, como él mismo.Cuando no había ni internet, ni Facebook para matar el tiempo, los que nos dedicábamos a dar pedales teníamos en el taller de Amieva, frente al Colegio San Vicente Paúl, un hueco para escabullirnos de las obligaciones laborales y ver «bicicletas de las buenas» o incipientes figuras del ciclismo, o escuchar las viejas leyendas de corredores, sobre carreras y bicicletas.
En mi caso, cuando el gusano de la bicicleta caló más, el garaje de Amieva fue todo un referente. Con él aprendimos que para correr en competición no hacía falta recorrer media Asturias como entrenamiento; él nos fue enseñando poco a poco y, bajo su tutela, nos enfrentamos a eso de dar pedales en carreras... Aún recuerdo uno de sus regalos, un viejo y maltrecho maillot de los de antaño, aquellos de lana con su Ciclos Amieva medio apolillado, y que hoy valdría una pasta como prenda «vintage».
Amieva fue uno de mis primeros proveedores de material ciclista y siempre estaba al tanto de lo que yo andaba tramando en torno a la bicicleta, aunque te mirara de esa forma irónica tan característica con su forma de ser, pero tan acogedora.
En su taller conocí a ciclistas como el Tarangu, con sus peculiares formas de entrenar y «relajarse» y con él entrenábamos los juveniles cuando él ya abandonaba la categoría de «aficionados» para pasar al mundo profesional; también conocí a otro referente, Antonio Menéndez...
En Amieva conocí otra forma de ver y hacer ciclismo, el cicloturismo y sus distintas versiones, puesto que Emilio, el cicloturista de la calle Fernández Ladreda que me fue presentado por Amieva, tuvo claro que lo mío no era la competición. Y con ello se me abrieron unas interesantes puertas ciclistas.
Hoy, cuando echo la vista atrás, veo que muchos de nuestros referentes ciclistas, pese a estar muchos de ellos ligados a nuestras vidas y haber formado parte de nuestro paisaje comercial, apenas si han tenido o tienen un reconocimiento social.
Espero que este recordatorio compense al menos tanto olvido.
Víctor Guerra