- Tipo de Ruta: Longitudinal
- Punto de Salida: Gijón
- Llegada: Luanco
- Puntos de paso: Campa de Torres-Aboño-Xivares- Perlora-Candás
- Km del recorrido: 25
- Horario 4 horas
- Desnivel acumulado de ascenso: 728 mts.
Rodar por la franja costera, para el ciclista de montaña siempre es una auténtica “gozada”.
Dos señeros clubes como “Asturcón BTT” ,uno decano y con amplia experiencia en actividades por todo el territorio asturiano, y el otro “BTT Pelayo”, con sede en Gijón y el encargado de poner en marcha todos los años La Vuelta al Concejo de Gijón.
En ocasiones ambas organizaciones se unen para realizar excursiones de forma conjunta, y cuyo pivote esencial para que esa alambicada colaboración se materialice es por la acción de Rubén Patricio Gómez, socio de ambos clubes, el cual cada trimestre es raro que no aporte alguna actividad para hacer en conjunto
De esta manera surgió la idea de hacer la ruta costera asturiana, en este caso abordando el tramo Gijón a Luanco, y cuyo regreso se perfilaba con variantes pero muy ceñido al recorrido de ida.
De este modo partimos de la zona lúdico recreativa del Parque de Moreda en Gijón, unos 37 ciclistas de montaña, predominando por amplia mayoría el maillot de “BTT Pelayo” y que fueron los encargados de organizar y controlar el desarrollo de la ruta.
Como ciclistas responsables salimos de la zona de Moreda, tomando el carril bici de La Calzada, que nos permitió salir de la zona más poblada del barrio hasta su terminación a la altura de La Casa del Mar, en donde el nutrido pelotón deriva hacia el Oeste para meterse por entre medias del doblamiento que se articula por encima de la Calle Brasil.
Pronto callejeamos por la compleja infraestructura de Jove, para llegar a la altura de una de las obras que han ganado un premio por su recuperación arquitectónica y que es una de las sedes de la Autoridad Portuaria: “La Finca La Quinta” en Jove, que observamos desde el Camino antiguo del Museo, y que nos permite subir por Jove de Arriba, recogiendo a dos de los integrante del BTT Pelayo, que viven en la zona: Maria José Merino y Roberto, y desde su casa subir por las empinadas pero ciclables cuestas hasta lo alto de la carretera que da acceso al antiguo Castro Noega, o sea la instalación museística que instalo en su momento el Ayuntamiento de Gijón en la Campa de Torres, adornada con las feas bombonas de gas que se han instalado en la zona.
Contempladas las bellas vistas que la Campa de Torres nos ofrece y observados los trabajos de la ampliación del puerto de El Museo, retrocedemos hasta el restaurante Les Cabañes, para echarnos ladera abajo hacia el Parque de Carbones de Aboño, bajada amplia que a media ladera se estrecha y concluye en un sendero técnico, pero sin grandes peligros, lo cual hace gozar a más de uno con la bajada tan disfrutona, y más si uno lleva una bicicleta de suspensión integral tan de moda ahora entre los bikers.
Salimos a la carretera de Aboño, para pasar por debajo de las cintas transbordadoras y emprender la subida hacia el Alto de Aboño, que nos da otra perspectiva de la Campa de Torres. Entroncamos en lo alto con un carretil (9, 1 km., y 55 minutos) que girando a la derecha nos permite acercarnos por encima de la Playa Peña María, no sin antes contemplar la obra de los “Prendes González” donde se puede observar una estatua de la “Chata” la reina que visitó estos lugares en 1915, bordeamos la instalación para dejarnos caer hacia la Senda Verde de Xivares, y remontar por delante de los píctóricos chalecitos de la zona.
Remontada la urbanización que cruzamos de Este a Oeste, nos permite juguetear por sus empinadas escaleras, que dan un susto a más de uno, y tras el juego tomamos el tramo casi al asalto el tramo costero ganado a la infraestructura ferroviaria del FEVE, que toma el nombre del gran playón que domina la zona: El Tranqueru, un recuerdo íntimo al desfilar por la zona apara mi cuñado Roberto Martínez Elena que paso al Oriente Eterno hace unos meses y al que le gustaba pasar horas en esta enseñada. La vida prosigue y nuestra ruta también, tras pasar algunos pequeños túneles por encima de la playa de Carranques, buscamos la península de la ciudad residencial de Perlora (13,4 km., 1h, y 24´)
Aquí optamos por pegarnos a la rasa costera, ciclando por los senderos costeros que nos deleitan con sus múltiples filigranas, aunque en verano los ciclistas debemos abstenernos de su uso por preservar la buena marcha de la cohabitación.
Para proseguir por la zona costera no hay nada más remedio que salir a la carretera de Perán y por su amplia traza y acera llegar hasta el núcleo de Candás, subimos desde la zona del puerto por detrás del Museo de Antón para escalar hacia la Ermita de San Antonio de Padua y el Faro de Candás. Una pequeña bajada hacia la cala de Rebollares para tomar por la senda que trepa por en medio la pradería hacia el coqueto Cementerio de Candás y tomar el tramo costero de Piñeres.
Salimos por el costado occidental del recinto funerario para dejarnos caer por una amplia pradería, donde un gitanillo nos emplaza a hacer algo más que bajar, ose que le brindemos algún salto o pirueta. Bordeamos una amplia granja por su costado norte para pasar por detrás del Centro de Rehabilitación Terapéutica y entrar en Antromero no sin antes desmontar, algunos, en la empinada pradería que nos coloca ante la iglesia de tal núcleo.
Bordeamos la iglesia para seguir ciclando sin grandes problemas y dando de este modo vuelta a las Punta de Sobrado y El Cabritu, bordeamos la finca la Iría para entrar de nuevo en Antromero y ya por carretil asfalto que nos mete en el núcleo de El Monte.
Apenas si tocamos la AS- 239 y seguimos ciclando dirección Oeste, en compacto pelotón, pues los de “Pelayo” se esmeran para que en los múltiples que tiene la ruta no se pierdan las diversas unidades del pelotón, y en cuya labor son esenciales la pequeñas emisoras de radio.
La desfigurada imagen del viejo puerto de Luanco y sus pobladas laderas de “colmenares” se dibuja ya muy cercano, pues solo nos resta tras algunos juegos entramos técnicos y escaleras, dejarnos caer hacia la zona de Aramar y cruzar la urbanización de Los Laureles, para recortar la punta Los Boletos y entrar en Luanco propiamente rodando por sus despobladas calles, pues aunque el tiempo no es muy invernizo, el doblamiento opta por quedarse al calor del hogar.
Para sorpresa de los autóctonos que se arremolinan en el puerto de Luanco y sus poblados bares vamos llegando el poblado pelotón, que tras unos caliente caldos al rumor de la mar y de las partidas de los paisanos, emprendemos la vuelta hacia Gijón por el mismo recorrido, aunque puede haber variantes en el retorno, o tomar el tren para aquellos que con 25 km tengan ya suficiente.
Una bonita ruta que también se puede simplificar si se quiere optar por salir en familia y que puede ser una interesante propuesta veraniega para todos los públicos a poco que se estudie el recorrido para rebajar los puntos más técnicos.
Víctor Guerra
