Fue del todo utópico abordar los Picos de Europa en bicicleta de montaña en aquella década de los 80. Apenas si formábamos un grupito que no llegaba ni a la docena de aficionados los que queríamos comprobar si era posible andar con la bici por aquellos agrestes parajes por donde sólo se veían ganaderos, excursionistas y también algunos todoterrenos.
Pasó el tiempo, y algunas personas como Pablo Bueno, Juan Ochoa, Juan Carlos Nájera, Juanma Montero, y el que esto suscribe, que montó el primer alquiler de bicis y posiblemente la primera empresa de rutas ciclistas guiadas por los Picos de Europa, convertimos a estas montañas en un típico lugar de encuentros ciclomontañeros. Empezaron a aparecer publicaciones de rutas de BTT por los Picos de Europa. Las dos primeras las publicamos Miguel Ángel Adrados, y yo mismo, con esta misma editorial, Desnivel, allá por el año 1992.
Con ellas abrimos el camino a que este complejo territorio se abriera a mountain bike viviendo momentos de actividad frenética, que, sin embargo, ha perdido fuelle en parte por la cortedad de una visión de política turística, en parte por el tirón de otras actividades turísticas, y en parte por las restricciones impuestas por algunos gestores del Parque Nacional de Picos de Europa, que nos han ido extrañando de rutas con enorme valor ciclista como las sendas del Cares y del Arcediano, o el sendero que baja al pie de las Peñas Cifuentes desde el Caben de Remoña hacia Santa Marina de Valdeón.
Se da la paradoja de que mientras aquí la bicicleta de montaña es casi residual, en otras montañas de todo el mundo está presente como seña de identidad. No es menos cierto que a ello coopera la propia configuración de los Picos de Europa, con pocas carreteras, pistas y caminos ciclables, y también, cómo no, la fuerza y la técnica que exige este territorio, con caminos pedregosos –antes más que ahora– desniveles muy notables y bajadas trepidantes que han hecho que la BTT sólo pudiera practicarla un reducido número de practicantes. Hay que reconocer que los mejores circuitos se encuentran en los valles que rodean las montañas, si exceptuamos el excepcional itinerario que recorre la canal del Duje, la brecha que se abre entre el macizo Central y Oriental.
Los valles sí que ofrecen al ciclomontañero unas excelentes oportunidades para rodar por parajes increíbles, pero son itinerarios que misteriosamente han permanecido ocultos a los aficionados venidos de fuera. Atraídos por las fantásticas fotografías de las abruptas pistas de estos macizos. Pero antes de cerrar, es necesario romper con el mito de un territorio sólo apto para fanáticos o atletas de las dos ruedas. A pesar de lo retorcido y complejo que es el paisaje de Picos de Europa, aún se le puede sacar un puñado de rutas muy asequibles para hacer turismo sobre dos ruedas. A continuación desgranamos una selección de lo más granado de excursiones de estas características.
1.- COSGAYA - PIDO - COSGAYA (por Valdebaró) Esta excursión es uno de los más bonitos recorridos betetistas que se puede hacer en la zona. La ruta alterna dos mundos diferentes: el del bosque de Valdebaró, y el de las abiertas y altas praderías que se desparraman desde las paredes calizas hacia el fondo de los valles. Las vistas sobre el Macizo Oriental y sobre el Coriscao son inconmensurables al igual que las grandes manchas boscosas que tendremos a nuestros pies.
Salimos de Cosgaya por la carretera en dirección a Fuente Dé y abandonamos el asfalto en la Puente Nueva sobre el río Deva, para internarnos por una amplia pista que se abre a la izquierda. Es la pista de Valdebaró, de buen firme y poco tráfico, que va ganando altura hasta darnos un buen perspectiva de los Picos de Europa. A la altura de Pembes, que queda al frente al otro lado del tajo del Deva, la pista se deja caer en desenfrenada bajada hasta Pido. Una vez en Pido hay que dirigirse a Espinama, cruzar la carretera y buscar una casa porticada que da entrada a la pista de Igüedri,señalizada con las marcas del sendero de pequeño recorrido PR-PNPE 24.
La pista, de firme irregular, tiene unas fuertes rampas que oscilan entre el 11 el 14 por ciento, en las que habrá que emplearse a fondo. La pista no da respiro hasta la Portilla del Boquejón A la altura de la fuente de Los Asturianos, (Campojito) nos desviamos a la derecha y nos orientamos al sur por orta pista muy visible que corta la ladera. Este camino está señalizado como PR-PNPE 22. En este punto, podemos respirar tranquilos pues las subidas han concluido. Nos espera una larga bajada por las amplias laderas del macizo Oriental.
Con tramos más o menos pendientes llegamos al cruce de Pembes. Un ramal se echa abajo en trepidante descenso hacia la aldea, pero nosotros seguimos por la amplia pista que se dirige a Peña Oviedo, a cuyo promontorio merece la pena acercarse. Después, una larga bajada nos conducirá hasta Mogrovejo, y desde allí, ya por asfalto, llegaremos a Los Llanos, preámbulo de la carretera que va hacia Fuente Dé. Ya sólo quedan unos kilómetros para retornar a la Cosgaya pelagiana, punto final de este bonito bucle.
Longitud: 30 km Desnivel acumulado: 1.180 m Horario: 5 horas
2.- ESPINAMA-FUENTE DÉ- ESPINAMA Esta es una de las excusiones más típicas y facilonas de los Picos de Europa pues el teleférico nos llevará a lo más alto. Ahora bien, hay que tener presente que el teleférico sólo permite subir con bicicletas en las dos primeras subidas del día. Por si acaso, sugerimos consultar en las oficinas de antes de decidir hacer la excursión hay que llamar a Cantur, la empresa propietaria, e informarse bien. Su teléfono es 942 736 610 .
Si no deseamos rodar toda la carretera desde Espinama a Fuente Dé, podemos descender a Pido para tomar el amplio camino que va al puente de Pontesqué sobre la riega de Gandiján, que sale más adelante a la carretera de Fuente Dé. El teleférico nos lelevará más de setecientos metros de desnivel en un pis pas, hasta la estación superior denominada El Cable.
Al salir de las instalaciones veremos las primeras marcas de los senderos de pequeño recorrido PR-PNPE 23 y 24. Ambos senderos utilizan la única pista posible, fácil de remontar hasta la Horcadina de Covarrobles. Aquí, el PR-PNPE 23 vira hacia Cabaña Verónica, y el PR 24, se dirige hacia los majestuosos parajes de los puertos de Aliva.
La bajada es larga, y en un primer momento muy pedregosa. Luego, el terreno se suaviza, la tierra da paso a las piedras y el camino se ensancha. hay que tener muy presente que por estos lares transitan senderistas y vehículos todo terrenos. Sin posibilidad de pérdida la pista nos conduce hasta las inmediaciones del Chalet Real, que dejamos atrás en dirección al hotel refugio de Aliva, un característico edificio de tejado verde.
A nuestra espalda queda el famoso Espolón de los Franceses y la cumbres e Peña Vieja. Conviene parar para contemplar los puertos de Aliva y las paredes que lo cierran. En las inmediaciones del refugio giramos a la derecha por encima de Campo Menor, al encuentro de la pista que recorre toda la canal del Duje.
Al llegar a ella sólo hay que girar hacia el sur y comenzar a bajar dejando a la izquierda el desvío hacia Peña Oviedo. Nuestro camino traspasa la portilla del Boquejón, atraviesa los invernales de Igüedri, y en vertiginosa bajada nos devuelve a Espinama. Distancia: 15 km Desnivel positivo acumulado: 100 m Horario: 2 horas
3.- ESPINAMA-FUENTE DÉ-SOTRES-BEJES Esta ruta comparte con la anterior el trecho hasta el hotel refugio de Áliva. El itinerario es apasionante pues nos descubrirá pasiajes muy distintos: desde los parajes calizos de Covarrobles, a los valles oblongos de los puertos de Aliva, para pasar a los viales mineros colgados sobre el hondo valle que separa Tresviso de las laderas del macizo Oriental.
El camino entre Sotres y Bejes nos compensará de la prohibición de rodar por el entrañable Cares. Es cierto que podríamos salir de Espinama y llegar a los prados de Áliva por la pista de los invernales de Igüedri, pero esta opción convertiría a esta ruta en sólo apta para atletas, de modo que volvemos a echar manos del teleférico y para ahorrarnos una repetición innecesaria y fastidiosa nos situamos en el hotel refugio de Áliva siguiendo las indicaciones dadas en la descripción anterior.
Puestos allí nos orientamos hacia el norte y bajamos por un divertido sendero que cumbrea la La Lomba del Toro, una morrena central del doble valle glaciar de Áliva. Ahora bien, es posible que este camino esté prohibido por motivos de regeneración. Si fuera así, tendremos que utilizar la pista que desciende hacia el valle y que entronca con la pista que recorre la canal del Duje, tajo que separa el macizo Central (Urrieles) y el Oriental (Andara).
Una vez en ella giraremos a la izquierda (norte) en dirección a Sotres. Desde aquí la cosa es más o menos fácil, aunque el descenso tiene momentos fuertes, o sea, que iremos parapetados detrás del manillar y los frenos, hasta el paso canadiense que limita la tierras de Cantabria y Asturias, allí donde se sitúa la Piedra LLé, de curiosa historia. Desde aquí hasta las vegas de Sotres hay un pedazo de bajada muy técnica con un firme donde abundan grandes bloques y pedruscos. Después de la majada de las Vegas del Toro comienza un tramo plano que convierte la excursión en un estupendo paseo hasta desembocar en la carretera de Arenas de Cabrales a Sotres y Tresviso. Hay que vencer unas duras rampas sobre asfalto para llegar a este bello pueblito donde será imperioso tomar un descanso.
Las rampas continúan sin darnos un respiro hasta el Jito de Escarandi, una especie de explanada con magníficas vistas hacia todos los lados. En este punto se nos presentan dos alternativas. La primera es tomar el camino que sube hacia el refugio de Ándara, rodea la Pica de Mancondiú y desciende hacia la fuente del Vado de los Lobos. La subida hasta el refugio es técnica y dura como ella sola, pero la larga bajada por encima del hayedo del monte de la Llama compensa el esfuerzo. La segunda alternativa es más «humana». Consiste en tomar el camino que hay al fondo del aparcamiento. Al principio hay unas bajadas un tanto pindias, pero luego la cosa se tranquiliza y el camino se abre paso entre el bello bosque de la Llama con unas vistas magníficas sobre el valle del Deva. Es como una mini senda del Cares; sin gente, sin agobios, sin peligro, y sin sube bajas; al menos hasta llegar a la fuente del Vado de los Lobos. Un poco más adelante, en los abandonados Hornos del Doblillo, el camino se despendola y con el firme ya o ya hormigonado busca desenfrenadamente el pueblo de Bejes, y de allí hasta la Hermida punto final de esta larga y provechosa travesía. Distancia: 32 km Desnivel positivo acumulado: 150 m la opción fácil Horario: 5 horas Observaciones: requiere el concurso de dos automóviles
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Textos y fotos @de Victor Guerra