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viernes, 20 de diciembre de 2019

Veredas de San Salvador. Por las Atalayas Riosellanas



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Punto de Salida y Llegada: Ribadesella
· Puntos de Paso. Ardines- Sardalla-Xunco-Cuevas-Antenas de Moro-Nóceu-San Salvador de Moru-El Carmen-El Pandu-Leces-Abeu-Tereñes.
·  Longitud de la Ruta:  30 km
·  Horario de la Ruta: 4 horas
·  Desnivel acumulado de ascenso y descenso:  847 mts
·  Participantes: Josías Martinez – Beni y Ricardo Valerio y Victor Guerra



Ribadesella es el siguiente input dentro de las Veredas de San Salvador una vez se entra en Asturias desde Irún, y el primer enclave está en San Salvador de Celorio, al  ya hemos visitado la semana pasada en la ruta que recorría además las sierra del Mazucu.


Hoy toca recorrer el imperio de las cuevas kársticas como es Ribadesella, con la monumental cueva de Tito Bustillo, joya de corona astur cántabra en el arte paleolítico, y a cuyos aledaños comienza nuestra ruta, que tiene el propósito de visitar otro extraño enclave como es San Salvador de Moru, faro radiante de toda esta zona y algunas otras atalayas riosellanas.


Se parte de Ribadesella,  y el mejor sitio para dejar los trastos es el aparcamiento del Pabellón de Deportes y de la nueva mole que encierra la recreación de la cueva de Tito Bustillo, de donde se parte dirección Sur siguiendo la carretera RS-2 que nos lleva a un emplazamiento de lo más recoleto, como es el Palacio de la Piconera, ubicado en los predios de la Llosona.


Palacio construido en 1891 por el indiano Manuel Martínez, con una representación clasicista en su articulación, aunque a mi lo que más me gusta son las casas aledañas que conforman un muy curioso conjunto espacial que explica muy bien todo el entorno, el cual además es de agradecer porque está muy bien cuidado y poco alterado todo el conjunto.

 


Tras unas fotos para subir la moral, nos ponemos en marcha dejando de lado la RS-2 para seguir hacia  el lugar de la Roza, donde se deja la arteria que va hacia el pueblo de Cuevas, pues nuestra ruta vira a la derecha para coger unos duros repechos asfaltados que nos llevan en primer término al Palacio de Junco, del que poco podemos ver, y desde el cual nos dirigimos hacia la Torre de Junco o Xunco, que funcionó en modo de bastión de vigilancia y defensa y como casa cuartelera, y lo cierto es que es una de las atalayas más impresionantes del concejo riosellano, pues desde su promontorio se divisa toda la ría  hasta su desembocadura y el poblamiento de la Villa riosellana.


Otra gran atalaya es la iglesia de Santa María, bastión por el cual es presumible que debieran de pasar los viejos peregrinos camino a Oviedo o a Santiago, pues desde su emplazamiento se ve muy bien lo que fue el vado sobre el gran río Sella, pues no todos podían o estaban dispuestos a pagar los pasajes de la ría en la villa de Ribadesella.

 


Motivo por lo cual diversos peregrinos del Camino de los Francos, derivaban su paso a  hacia el vado de Llovio, para después,  ir bien iban por la margen izquierda del Sella hacia Arriondas, aunque no es descartable que lo hicieran por la orilla que ahora va el FEVE un poco más alta con respecto al río y más directa,  o bien cruzaban el río para subir o bien  hacia  Xunco  para llegar a  Santa María, la Torre y el palacio y por Porciles ganar Nocéu hacia S. Salvador de Moru; la otra forma directa eso  desde la Alisal ir a la Cuevona y subir hacia Nocéu y de ahí  ya  faro radiante de las Veredas de San Salvador, en este caso  la iglesia de Moro, o Moru.

 


Vueltos a nuestra ruta, desde la Torre de Xunco se sigue al Este hasta la solitaria iglesia de Santa María  para poder ver más de cerca el vado de Llovio y las vueltas que hace el río, pero desde cuya atalaya no se puede seguir ruta, hay que volver a remontar altura hasta llegar al desvío al pie de hotel de la zona, lo que nos permite  enlazar con la carretera que va  hacia Cuevas, y lo hacemos  girando a la altura de La Alisal, en cuyo punto se traza hacia el Suroeste, en un  sube y baja,  hasta  desembocar ante la gruta  (La Cuevona) que nos da acceso al pueblo de Cuevas.


Paso bonito el de la Cuevona, donde hay que tener precaución, la banda primos Valerio-Martinez, que hoy me acompaña, sacan sus linternas para cruzar con precaución el pasadizo kásrtico en dirección Suroeste, y poder acceder al pueblo de Cuevas, donde se nos presenta otro hito jacobita como es la recoleta ermita de Santiago de Cuevas. Lo que me lleva a preguntarme ¿Acaso los peregrinos cruzaban por el vado de Omedina  y por Cuevas alcanzaban San Salvador de Moru? Es posible y como posible es que adentrados en el valle de Tresmonte pasaran hacia Sinariega y por Fuentes alcanzar el núcleo de Arriondas. Hubo épocas que el tráfico caminero y de arrieros debió ser muy intenso por toda esta zona.
 


Nuestra ruta en el mismo lugar de Cuevas, da la espalda a la ermita de Santiago y sube  siguiendo las señales del Monte Moru, que presenta unos primeros repechos que nos meten de lleno en la embocadura del valle de Tresmonte, con impresionantes vistas sobre el río Sella y sus recodos como el de Fries, luego el trazado se suaviza, y como los firmes son de zahorra compactada se ruedan muy bien, ya que la dureza de la ascensión primera  remite para deleite de algunos. Mis acompañantes en este tramo van contando de como por estas latitudes, cuando hacían la carrera de Montes del Sella, iban a toda pastilla, así nos pasaron a su vez dos miembros de Intensos BTT a bordo de sus E-bike, apenas un saludillo y para arriba.

 


Seguimos subiendo por la amplia pista, que cada vez tiene mas mordiscos en forma de argayos, pero aún está en buenas condiciones para rodar por ella,   se pasa  por encima de La Cebal y  se ve un poco más allá Tresmonte, que es el pueblo que está en un ladera del cerrado valle, con cuatro casas  y una ermita dedicada a San Agustín, lugar donde  nació y crió un prohombre de primera talla como fue Manuel  Fernández Juncos, que llego al notable puesto de Primer Ministro de Puerto Rico y que fue creador de una famosa letra como La Borinqueña,himno oficial del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Cuyo personaje además fue un importante referente dentro de la masonería portorriqueña, y parece mentira que esa calidad humana  haya podido salir de una perdida aldea riosellana tan pequeñas y perdida como Tresmonte, aunque esto que a mí me asombra no parece impactarles mucho a los bikers con los que ruedo por esta apartada orilla del Sella.

 


Sin darnos cuenta nos colocamos al final de la pista con unos 10,6 km rodados, y ahora una vez entroncado el carretil que va hacia Tresmonte, no hace muchos esta arteria era un mal camino, sobre el que se gira a la derecha para subir al collado en el que sitúa el Área Recreativa de Monte Moro, impresionante atalaya sobre Ribadesella y las tierras de Suroeste riosellano.


Nos vamos desde el collado hacia las antenas del Monte Moru, trazado en modo tobogán que nos va dejando ante diversas estampas del valle. Es un trazado de ida y vuelta, motivo por el cual casi nadie parece acercarse a estas antenas, al menos no se ven huellas de neumáticos de BTT.

 


Retornados al collado nos dejamos caer por la vertiente Norte de Monte Moru para bajar por el eje asfaltado hacia la aldea de Nocéu, con sus impresionantes escuelas hoy remozadas, dejando de la lado la carretera que viene de la Cuevona, se sigue al Norte, cruzando la parroquia de Moro para concluir ante el faro radiante de toda este territorio, como es la iglesia de San Salvador de Moru.

 


Iglesia extraña, situada en un encabalgamiento cumbral, solitaria pero dominando el entorno, en medio de un singular eje caminero señalizado como Cañada, algo peculiar en Asturias, y no solo eso, sino que esta iglesia que fue destruida en el 36, y sin la estructura eclesial asturiana  mostrara mucho interés en su restauración, hasta que fueron los propios vecinos lo que acometieron la rehabilitación cuasi entera, como consta en un cuadro que reseñas las ayudas recibidas para tales menesteres.

Estamos pues ante una iglesia románica, como tantas otras, donde destacan como elementos vernáculos el imafronte y la nave principal que son del siglo XIII, y que tuvo como tantas otras iglesias diversas reformas, algunas de ellas quedan aún como testimonio de tales obras

  


En todo caso, además de ser un importante input direccional dentro de los trazados denominados por Luis Merediz como Veredas de San Salvador, no dejaría de ser una iglesia más, sino fuera por las pinturas murales del siglo XVI que contiene, las cuales parece ser que fueron pintadas por monjes franciscanos, pinturas que nosotros tuvimos la suerte de poder verlas por estar abierta en esos momentos la iglesia, las cuales están situadas en el  en la bóveda del presbiterio y muestran la llamada Santa Cena y el Salvador y los evangelistas, y un Santo Entierro.


Vistos los murales y realizamos un recorrido el templo, pues lo nuestro en BTT ASTURIAS no es solo dar pedales, sino conocer nuestro patrimonio.

 


Proseguimos la ruta pasando por detrás de San Salvador de Moru para cruzar por los caserones de Soto, y alguna otra gran edificación que se me antoja como vinculadas a  viejas ventas nacidas al socaire de la singular  Cañada que cruza el territorio riosellano. 


Dejamos atrás estas impresionantes casonas, para entrar en la espectacular aldea de El Carmen con sus grandes casonas de indianos, en este enclave  nuestra intención era ir hacia el núcleo de La Maella, pero tras recorrer un buen tramo de hormigonado camino una verja de finca particular nos cierra el paso, por lo cual damos la vuelta volviendo sobre nuestros pasos a El Carmen,  y de nuevo siguiendo la AS-341al Oeste, para después de un tramo  doblar hacia el Norte  hacia Pandu, donde la existencia de la Autovía ha revuelto también bastante los trazados camineros.


Por nuestra parte nos vamos hacia  las rotondas de Pandu, para coger en la segunda de ellas  el camino que sube  por encima de la Maella  y va hacia la llamada  aldea de La Tejerona, hasta aquí tramo con firmes de tierra, luego ya asfaltado hasta Ribadesella.

 


Dejamos el vial para  en La Tejerona para doblar a la izquierda  y ganar otro importante enclave patrimonial y peregrino como es San Esteban de Leces, una breve visita a su desvencijada torre y pasando por delante del albergue de Peregrinos  vamos  persistiendo en el rumbo Norte hacia la cuidada aldea de Abeu,  una vez cruzado el núcleo en la Priesca, se vira al Este  para pasar por encima de la aldea de Tereñes y los Colmenales y desembocar a la altura del Faro  en Ribadesella.

Transitamos por un trazado que nos ofrece no solo vistas sobre el pedral riosellano, sino sobre el valle de San Pedro,  por cuyo seno asciende el Camino Jacobeo hacia Leces.

Ya en ante el paseo marítimo, no queda nada más que recorrerlo para dejarnos llegar de nuevo ante la cueva de Tito Bustillo, que tendrá hueco en alguna otra ruta por estos predios riosellanos. 





© Victor Guerra

viernes, 9 de diciembre de 2016

POR LOS CONFINES RIBADESELLA Y PARRES

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Foto de Juan Luis Piñera.
  • · Punto de Salida y Llegada: Ribadesella
  • · Puntos de Paso: San Salvador de Moro-Collado Genosa-Bustazán y Carrizal-La Llosona- Sa Pedro de Bode. Sinariega-Tresmonte- Cuevas
  • · Longitud de la Ruta: 45 km.
  • · Horario de la Ruta. 6 horas
  • · Desnivel acumulado de ascenso: y descenso: 1466 mts
  • · Participantes: Javier Dolado, Javier Paredes, Luis Roza, Marcos Cernuda, Noelia Rojo, Juan Luis Piñera, Javier Riestra y Victor Guerra
Grandes zonas de pinares y balcones sobre los Picos de Europa con valles como los de Carrizal y Tresmonte marcan el encanto de esta ruta.

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Estos primaverales días de invierno invitan a los recorridos largos, y dada la buena visibilidad rodar por sierras y cordales es toda una apetencia, y rebuscando entre la oferta de rutas enhebré un trazado que recorre las partes más aparatadas de los Concejos de Parres y Ribadesella.

Determinado el recorrido. Indicar que este tenía como objetivo subir hacia las estribaciones del Pico Moro, realizando el retorno por lugares tan singulares como La Sinariega y Tresmonte, y con esa meta y tras el desayuno en el Café de Jose, nos pusimos en marcha el pequeño grupo desde el área de aparcamiento de la Cueva de Tito Bustillo hacia la Parroquia de Ucio.

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Ni que decir que «la primera en la frente» que se dice, pues desde el Molín de la Bolera en San Miguel, hacia el Collado de Tezangos, que era nuestra meta más prominente, el recorrido fue un entrar y salir de carretiles varios, pues la nueva Autovía del Cantábrico ha alterado toda la infraestructura caminera, como el viejo camino de Nocedo, por cuyo motivo nos vimos brujuleando por los territorios de La Granda, hasta poder cruzar la E-70 por el paso que se permite comunicar El Carmen y Soto, tras lo cual dejando el carretil de Sardeú, tomamos a la izquierda el carril de Arduela que nos puso en camino hacia la iglesia parroquial de San Salvador de Moro.

La verdad es que fue un buen calentamiento, pues la sucesión de repechos, algunos muy duros pero hormigonados, pronto hicieron que nuestras chaquetas, paravientos y demás terminaran en la mochila, pues ya en la Iglesia de San Salvador, podíamos decir que estábamos a salvo de más pérdidas, ya que el track que había pergeñado nos dio más de un quebradero de cabeza hasta llegar a este punto, y desde aquí comenzaba lo serio de la ruta.

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De la iglesia por el acceso asfaltado se sigue hasta las puertas del pueblo de Nocedo, para de este modo coger el ramal asfaltado que trepa por la ladera del Monte Moro, hasta calar en el collado de Tezangos, al pie del Área Recreativa del Pico Moro, a 322 mts., de cota, y 10,7 km., rodados, aunque el desnivel acumulado empezaba a ser ya notable, aunque aún falta mucho para alcanzar la previsión que nos marcaba una ruta, de casi 2000 mts., de desnivel acumulado.

La vista desde el collado, tanto hacia la costa como hacia las sierras del interior, son increíbles dada la bonanza del día, con un sol radiante y una buenísima visibilidad, que hizo durante todo el día la delicia de los compañeros bikers, que sacaron sus máquinas para captar cada momento de la ruta.

Por otro lado los compañeros ya empezaban a estar un tanto moscas con tanto asfalto, por lo cual nada más echarnos a rodar por la vertiente del valle de Ginestral, dejamos el acceso a Tresmonte para entrar a la derecha por una amplia pista que circula a la sombra de la línea cumbral que marca el pico Pielabrada; un tramo facilón que se desarrolla medio en plano, y que nos llevó hacia el Collado de la Genosa, eso sí por en medio de un laberinto de solitarias pistas de reforestación con algunos tramos ya perdidos o cerrados al tránsito.

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Justo en frente de nuestro recorrido al otro lado del valle, el impresionante farallón cuya línea cumbral marcan los picos del Hombrón y Castiello.

A la altura de Collado de Genosa, dos de los miembros del grupo: Luis Roda y Marcos Cernuda, tenían que irse, y por aquello de no dejarlos solos en medio del monte, renunciamos a seguir por la línea cumbral para ganar la collada de la Blanona, y rodando por la cordal llegar hasta Buesternales, marcado tal lugar por la Ermita de San Agustín.

Bajamos con ellos un tramo hacia la casería de Bustazán para que desde allí pudieran alcanzar la aldea de La Sinariega, por aquello de no retroceder por el camino andado. 

Tras esto, y no queriendo recortar la ruta, o volver a subir hasta la zona cumbral, seguimos por una buena pista desde Bustazán en descenso hasta el caserío del Carrizal, y como la cosa seguía pintando bien, pista buena y por zonas muy solitarias y en descenso, fuimos bajando por el valle hasta la concluir en una zona de bosque cerrada y en medio de la encrucijada de las riegas del Carrizal, donde nuestro gozo casi que cae a un pozo, ya con 18 km.,rodados

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Tras unas pocas vueltas, encontramos la vieja pista y su senderos que suben por la riega un tramo hasta poder cruzarla y coger en la otra ladera una pista, que de seguirla por la izquierda nos llevaría a Mesariegos ya en la Parroquia de Cayarga. En este tránsito por la riega de Carrizal, dimos con una cuadrilla de cazadores de jabalí, que nos explicó un poco la zona, y aunque su idea era que nos fuéramos hacia Mesariegos, preferimos trepar ladera arriba ya por buena traza para coger la pista que viene de Busternales, y siguiendo en el entronque por la izquierda rumbo Suroeste por La Felguera fuimos rodando por debajo de la línea cumbral del Pico Moro, y su resplandeciente cruz.

La verdad es que las vistas y los paisajes excepcionales, como bien demuestran las fotos de Juan Luis Piñera que adornan este texto. 

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A mí la pista se me antojaba un tanto larga, pues llegar hasta el Campo de la Llana, por debajo de Alto Xibil , fueron 5 km que pese a la belleza y la soledad de la traza consistentes en una buena pista muy plana me parecía que habíamos hecho el doble de kilómetros. 

En la Llana, la pista deja el rumbo Oeste y se dirige en franco descenso hasta llegar al acceso del caserío de la Llosona, el entronque con la pista hormigonada nos permitió seguir bajando hasta llegar al núcleo de San Pedro de Bode. De esta manera concluimos al llegar al pueblo algo más de la primera mitad del recorrido con 27,4 km., ciclados. 

Ya a la vera del río Sella, a una cota de 40 mts., de altitud, viramos rumbo Este para tomar la carretera que circunda la orilla del Sella camino de La Sinariega, o sea que todavía en tierra de Parres circulamos por la carretera PR- 1 que a la altura de Fuentes se aleja del margen fluvial para virar al Norte y entrar por el valle de Carrizal adelante., y ya por las faldas de la sierra del Hombrón ir ganando altura hasta alcanzar los núcleos de Cayarga y un poco más arriba La Sinariega. El ascenso no concluyó hasta tomar el desvío que nos enfoca hacia la aldea de Tresmonte, ya con 33,2 km rodados.

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Atrás quedaban las grandes vistas sobre Picos de Europa y las sierras adyacentes, ahora lo mejor era el entorno, pues no en vano entramos en el subvalle de Tresmonte, lo cual resulta toda una delicia por el paisaje y por la historia. En un santiamén se gana la pequeña aldea de Tresmonte gracias a su acceso rodado.

Una vez en Tresmonte, hacemos una parada, para comer algo y fotografiar la placa del que fuera Primer Ministro de Puerto Rico, y reconocido francmasón: MANUEL FERNANDEZ JUNCOS, unas fotos y la contemplación del pequeño valle para llevarnos el recuerdo, y tras ello nos encaminamos por el Sendero de los Molinos, por el cual bajamos raudos y veloces, pues ya la tarde se estaba yendo y el frío se dejaba notar, y más en este estrecho callejón por el cual discurre el camino y la riega de Ginestral.

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A los 38km., de rodadura, se empata en el Puente de Santiago y con la carretera que da acceso al pueblo de Cuevas, tras el cual viene el mágico enclave de La Cuevona, cuyo traspaso es toda una enigmática experiencia, y máxime tras una ruta por recónditos parajes de los Concejos de Parres y Ribadesella.

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Una vez traspasada la cavidad de la Cuevona, no nos queda otra que in enfrentando las pequeñas subidas que rodean Peña de las Torres, y el trayecto que media hasta llegar al Palacio Granda en Sardalla, y por la carretera RS- 2 entrar de nuevo en el área de aparcamiento de la Cueva de Tito Bustillo, dando fin este modo a una intensa y bonita ruta por los confines del Sella, lo cual celebramos con un aperitivo en el Café de Jose.

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  • · Fotos de Victor Guerra, Juan Luis Piñera, Javier Riestra
Victor Guerra
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